jueves, abril 18, 2024
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ILIANA CURIEL: LA PEDIATRA QUE VELA POR LOS SUEÑOS DE LA NIÑEZ WAYÚU

Conversar con Iliana Curiel Arismendy es toda una aventura que se va llenando poco a poco de vivencias, anécdotas, recuerdos, terminología científica, datos investigativos y diagnósticos médicos. En cada palabra se vislumbran con fuerza varios elementos predominantes: la inmensa pasión por su profesión y el inquebrantable sentido de compromiso personal y profesional en la protección y defensa de la vida de los niños, especialmente de la niñez wayúu.

Su camino en la medicina estaba predestinado desde que era una pequeña colegiala en el Jardín María Montessori, al tiempo que su salud era celosamente cuidada por el recordado médico pediatra Ary Acosta —q.e.p.d.— donde fue afectuosamente atendida de la mano de su madre en su natal Riohacha. Se graduó en el 2002 de médico cirujano en la Universidad del Norte y de esa misma alma máter recibió el título de pediatra en el año 2009 y el de magíster en Salud Pública —2013—. Desde entonces, a través de cada uno de sus actos, ha ratificado la validez y convicción de aquel juramento hipocrático, trabajando incansablemente por el bienestar de los infantes. Al lado de sus cinco hermanas: Inírida, Ruth, Aida, Cresealicia y Janielka, creció en el hogar de sus padres: Jacobo Curiel Scott y Aida Arismendy de Curiel —ambos fallecidos—, de quienes guardan el inmenso amor recibido, su ejemplo de inagotable espíritu de laboriosidad, enseñanzas y valores que las forjaron como mujeres de bien.

Innumerables son las experiencias vividas a lo largo de su trayectoria profesional, las cuales han alimentado un significativo acervo de conocimientos, especialmente enfocados hacia la población infantil en las comunidades wayúu. Respecto a la atención en salud, afirma con vehemencia: “Nos hemos deshumanizado y la crisis actual es tan profunda, que hoy es tarde”. Ama a los niños y sobre ellos comenta: “Los niños no son el futuro, son el presente; por ello, es necesario cambiar los imaginarios que se tienen sobre la infancia, que es mucho más que una edad”. Y es ese justamente el mensaje que con su ejemplo trata de posicionar entre sus colegas, quienes realizan la rotación en Pediatría Social de la Universidad del Norte en el E.S.E. Hospital Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha.

Uno de sus recurrentes llamados como profesional de la medicina está enfocado en tomar conciencia sobre “la malnutrición del pueblo guajiro, teniendo en cuenta la transición epidemiológica que se está generando por la falta de continuidad en las políticas públicas, debido a la ingobernabilidad que aqueja al departamento”, afirma con certeza, al tiempo que comparte su honda preocupación por las enfermedades crónicas y sus secuelas para la salud de la población vulnerable, cuyo número ha aumentado debido, en parte, al aumento desmesurado en el número de los migrantes de origen venezolano. Para Iliana, la responsabilidad y compromiso social son partes esenciales de su vida; así nació la Fundación Hijos del Sol, a través de la cual viene desarrollando interesantes iniciativas por el bienestar y la felicidad de ellos: Los Süchonni Ka’i —Hijos del Sol— en wayuunaiki, la lengua originaria del pueblo wayúu a la que tantos esfuerzos le ha dedicado en estos largos años de experiencia profesional. Y justamente, mediante dicha organización trabaja en proyectos como ‘Niños en la Ciencia’ con la cual se propone, en sus propias palabras: “Despertar la inquietud de la posibilidad”.

Una de sus reiterativas preocupaciones gira en torno a las consecuencias neurológicas en los infantes que han recibido tratamiento por desnutrición. Debido a ello, considera pertinente abordar urgentemente los determinantes sociales de este grave flagelo que continúa rondando como una sombra terrorífica la vida de las niñas y niños wayúu, que además, como ella misma lo expresa: “Perpetúa un ciclo intergeneracional de pobreza”. Además, considera que las barreras de la comunicación en la atención médica para los wayúu deben ser derribadas por el derecho a la vida y a la salud de los miembros de esta etnia. Entre sus profundas apreciaciones e inquietudes científicas, con un tono de voz enérgico manifiesta: “¿Qué sucede con los bebés en los numerosos casos de muertes maternas?, ¿quién los cuida?, ¿qué sucede con esas familias? De cada niño muerto por desnutrición, seis han fallecido en el ciclo perinatal. Hoy, en La Guajira, el 50% de la población se encuentra en etapa de atención pediátrica, lo cual se constituye en un reto, teniendo en cuenta la ruralidad dispersa como condición demográfica y geográfica de este territorio. No hay en el departamento suficientes pediatras para atender tantos niños”.

En estos años de intensa práctica social de la medicina pediátrica, ha surgido un hobby: “Disfruto escuchar a los niños y jóvenes wayúu, quienes me abren su corazón revelando con ilusión sus sueños y anhelos”. Al tiempo que se inquieta por un tema que poco espacio ocupa en la agenda de las administraciones gubernamentales: “¿Qué hacen esos niños y jóvenes en su tiempo libre?”.

Los reconocimientos han llegado paulatinamente a lo largo de su férreo compromiso con la causa social común, de procurar mejores condiciones de vida para los más vulnerables. En el año 2017, recibió el premio Mujer Éxito en la categoría ‘Ciencia y Tecnología’, otorgado por la Fundación Mujeres de Éxito. En ese mismo año, obtuvo dos condecoraciones, una por parte de la Gobernación de La Guajira y otro de la Asamblea Departamental de La Guajira; junto al concedido por la Sociedad Colombiana de Pediatría y demás instituciones gremiales científicas, las cuales exaltan sus valiosas investigaciones, aportes profesionales y comprometido trabajo comunitario; estos, han llegado con el firme propósito de afianzar su sentido de responsabilidad con el ejercicio ético de la medicina en contextos multiculturales como en el caso de la tierra que la vio nacer.

Iliana es una soñadora y posee la firme convicción de que su misión es proteger la infancia. Guiada por nobles ideales, esta mujer llena de fortaleza y valentía, que se convirtió en un ícono femenino del ejercicio médico al servicio de la inocencia, va edificando también con sus actos, proyectos concretos que refuerzan su sentido de vida y propósito con todo lo que la motiva a seguir adelante. Actualmente, avanza en la escritura de sus memorias, y pronto se tendrá noticia del testimonio a través del cual pretende hacer un llamado a la sociedad para cuidar más a la niñez. Confiesa con vehemencia: “Yo decidí cómo resignificar lo que ayer fue triste y doloroso para mí. Ser pediatra es la resiliencia de la historia de mi vida”.

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