viernes, julio 26, 2024
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YOGA FACIAL: UNA TENDENCIA MÁS DEL SLOW BEAUTY

POR: ANDREA BURBANO

Desde hace varias décadas nos hemos esforzado por trabajar nuestra figura y han sido múltiples las tendencias de entrenamientos físicos que nos ayudan a tonificar, fortalecer los músculos, mejorar el aspecto de la piel y moldear el cuerpo; igualmente, han surgido diversos tratamientos estéticos, ideados para el moldeamiento, levantamiento y reducción corporal. En lo referente a la zona facial, hemos aprendido la importancia de cuidar el rostro por medio de una buena limpieza, hidratación, el uso del protector solar, entre otros que se deben realizar de manera diaria y con los productos adecuados para cada biotipo cutáneo. Los procedimientos faciales estéticos, también han estado en auge desde hace años y todos los días vemos nacer más opciones para las diferentes necesidades y gustos, ya sea de aplicación manual o con maquinarias especializadas.

No obstante, el 2020 se convirtió en un año emblemático para la tendencia del slow beauty, entendida como la antítesis del consumo desenfrenado, con la expectativa de ver resultados inmediatos. Dicho concepto ha llegado pisando fuerte en el ámbito de la belleza, al igual que lo ha hecho en la gastronomía —slow food— y la moda —slow fashion—. Nuevas tendencias que abogan por el respeto hacia el consumidor, medio ambiente, las cosas bien hechas y con calidad; además de la calma en el proceso y consumo. En ese orden de ideas, la cosmética orgánica ha ganado popularidad al apoyar el uso de productos que no contengan elementos tóxicos, los cuales, diariamente, afecten nuestra piel. Esta noción de belleza lenta, también busca incentivar a las personas que lleven a cabo procedimientos o rituales, donde haya una reconexión entre el cuerpo y rostro.

Debido a lo anterior, las gua shas, los rodillos faciales, entre otras herramientas más orgánicas y menos abrasivas, han obtenido mucha fama en los últimos meses. Esto mismo ha sucedido con la gimnasia y el yoga facial, que si bien es una técnica que se practica desde hace varios años en algunos países de Asia y Europa, en la actualidad, es todo un boom mundial. La palabra yoga es de origen sánscrito, una lengua clásica de la India que hace referencia a ‘unión’; es decir, el yoga facial es la mezcla de múltiples ejercicios que otorgan un millar de beneficios internos y externos. Asimismo, es la suma de diversas técnicas tradicionales de filosofías orientales, desarrolladas en la India, China y Japón, junto a métodos modernos que se enfocan en la ciencia del rostro, su composición y cómo debe ser tratado correctamente.

Las rutinas consisten en realizar ejercicios de calentamiento y tonificación, donde además de hacer caras raras, estás fortaleciendo y levantando los más de 57 músculos del rostro y cuello. Dichos masajes poseen distintos propósitos: drenaje, relajación o moldeamiento, por poner algunos ejemplos, mediante los cuales logras aumentar la circulación sanguínea y el flujo correcto de la linfa, remover toxinas, reducir hinchazón, la opacidad, incrementar la producción de colágeno y elastina, que son agentes naturales que te ayudan a reafirmar. También, colaboran en descontracturar los músculos que no tendemos a ejercitar de manera correcta y, por lo general, tienden a estar espasmados, creando asimetrías, líneas, arrugas o descolgamiento. Esta práctica, igualmente, incluye técnicas de respiración y digitopuntura, con el fin de aprender a relajar tu rostro, mejorar la circulación, el flujo de la energía —prana o chi—, disminuir las señales del envejecimiento causadas por el estrés, arrugar el rostro al expresarte, entrecerrar los ojos o efectuar muecas. Por último, pero no menos importante, integra un estilo de vida saludable, a través de tips de bienestar, como lo es tener una nutrición balanceada, tomar mucha agua, bajar los niveles de estrés, ejercitarse, meditar, entre otras.

El face yoga se puede comenzar a practicar desde joven como método de prevención, cuidado y luego a modo de conservación; no en aras de evadir el hecho de envejecer, ya que es inevitable, si no focalizándonos en un concepto de pro envejecimiento, viéndolo como un camino más saludable, pausado, con resultados lentos, pero seguros, cuando hay constancia; dándote la posibilidad de sentirte a gusto con los cambios normales de la edad. Empleando rutinas diarias, puedes lograr el hábito de dedicarte unos minutos para ejercitar tu cara y cuello, de la misma forma, en que muchas personas lo hacen, regularmente, con el cuerpo; permitiendo obtener diversos beneficios: mayor oxigenación en el rostro y cerebro, a través de las técnicas de respiración; aumento en la autoestima, menos dolores musculares faciales, perfilamiento facial, mejorar las asimetrías y la reducción de arrugas; esto por solo mencionar algunos. En conclusión, una vez más, el mundo nos muestra la necesidad de buscar maneras orgánicas de cuidar nuestro cuerpo y disfrutar cada momento presente, por medio de procesos que te conectan con tu ser.

Crédito de las fotografías: Jesús Ale Ramírez.

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