jueves, noviembre 7, 2024
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ME LO GANÉ: LA DIFERENCIA ENTRE EL TRABAJO DURO Y “ME LO MEREZCO”

POR: GERMÁN HENNESSEY

Con frecuencia, escucho en narraciones deportivas que una persona o equipo merecía ganar el partido o juego, porque se había esforzado bastante para eso. La expresión “me lo merezco” suelo verla en comentarios de redes sociales, cuando alguien publica una foto en vacaciones o menciona un nuevo cargo, que significa un mejor nivel profesional; las felicitaciones van acompañadas de un “te lo mereces”. Muchos optan por considerar que merecen las cosas, ya sea por esfuerzo, dedicación, herencia o preferencia, y cuando no ganan o reciben lo que asumen merecer, pueden sentirse frustrados y enojados con los demás.

Hay adultos, padres, inclusive, que alientan a los niños, porque “se lo merecen” por ser inteligentes, lindos o tener algún talento especial, sin enseñarles que los logros se alcanzan y las metas se superan con una serie de acciones continuas, paso a paso; cuando no ganan, se frustran y enojan. He escuchado esas tres palabras acompañando una queja, por ejemplo, alguien que no fue promovido al cargo esperado y reclama, porque “se merece” el ascenso; quien no recibe la evaluación deseada manifiesta inconformidad de la nota, porque “merece más”. También, el profesional que no fue ascendido, pero su desempeño es menor que el del compañero promovido; el hijo que reclama algo, ya sea un objeto o trato especial, sin ver que su aporte en el hogar no es el esperado.

Este tema me ronda hace un tiempo: ¿Por qué no ganó el equipo el partido, si lo merecía? O mejor preguntar, ¿qué dejó de hacer el equipo para no ganar el partido? ¿Qué hizo a medias o no hizo bien? ¿Por qué no la promovieron si lo merecía? O más bien indagar, ¿qué logros tuvo la persona escogida? ¿Qué resultados obtuvo en su trabajo que la impulsaron como candidata? Como experiencia respecto a esto, suelo realizar un pequeño ejercicio en talleres de liderazgo de equipos: le propongo a alguien “contratarme” para trasladar una silla, tasando el pago en 2 mil pesos. Yo hago mi mayor esfuerzo por mover el asiento, después de más de un minuto de intentos, me rindo y, con entusiasmo, voy a cobrar mi “salario”. Nunca me han pagado un peso, todos mis “empleadores” se niegan, con vehemencia les digo que me he esforzado al máximo, dedicándome a conciencia a ese trabajo y merezco mi pago. A pesar de eso, no me dan el dinero, porque no me “contrataron” para esforzarme, sino para lograrlo. Aunque hago un esfuerzo meritorio, no logro el resultado y no me gano el “salario”, porque no lo merezco.

ME LO GANÉ

Con 22 años, Garbiñe Muguruza se coronó campeona del torneo de tenis Roland Garros, su primer título de Grand Slam —cuatro principales eventos de tenis—. “Siento que me gané este lugar. Que lo merezco. Cada partido fui jugando un poco mejor”, manifestó la deportista a la prensa internacional. La española-venezolana se esforzó al máximo en cada partido, disputó todos los puntos, se concentró en ganar; y al final, salió triunfadora. Se enfocó en una meta, concentrando cada acción en ello, realizó su juego como debía, mantuvo las energías requeridas y, como resultado de ese proceso, con el objetivo en mente, ganó.

Ejemplos de “se lo ganó” son fáciles de tomar del deporte. Me gusta ver por televisión las transmisiones de vueltas de ciclismo por el esfuerzo de los deportistas y observar, como turista virtual, las zonas por donde transitan; a veces, un ciclista se escapa y avanza solitario casi toda la carrera, siendo alcanzado y pasado, incluso, a menos de un kilómetro de la meta ¿Merecía ganar?, probable. El que venció, lo alcanzó, pasó y superó para entrar primero ¿Merecía ganar?, también; hizo el esfuerzo requerido, mantuvo la fuerza y energía para llegar. Entonces, ¿a quién le damos el premio, si ambos “se lo merecen”? En otros casos, el escapado mantiene un buen ritmo de pedal y saca su fuerza para aguantar la arremetida, lo que le alcanza para llegar de primero en esa etapa, aun con el pelotón a pocos metros, ¿qué diferencia hay entonces entre este escapado ganador y el escapado no ganador, si ambos “se lo merecen”?, uno hizo bien lo que debía hacer y logró su objetivo, ese es el mérito.

Del otro lado de la moneda, a campeones deportivos, en juegos internacionales u Olímpicos, les han quitado medallas por dopaje ¿Merecían quedarse con el triunfo?, no, porque hicieron trampa; realizaron cosas indebidas, luego no ganaron. También, eso de “se lo ganó” aplica para cuando no logramos los resultados esperados o planeados. Lo que algunos llaman mala suerte, podemos llamarlo “te lo ganaste” por no hacer las cosas correctas. Ejemplos: quien se queja de merecer mejor suerte en el trabajo, sin aceptar que muestra baja concentración, compromiso con el cargo y la empresa; aquel que se lamenta de merecer más dinero, sin reconocer que malgasta su salario sin un plan financiero adecuado, o no sale a vender más si sus ingresos son por comisiones.

HACER LO CORRECTO

Quien ganó, definió una meta clara, con fuerte motivación; hizo una adecuada planeación del proceso, paso a paso; fue cuidadoso en las acciones emprendidas, evaluando de manera continua sus avances y mejorando cuando debía; se retroalimentó en cada fase, ayudando a mantener el entusiasmo; mantuvo disciplina, respecto a la meta y las actividades por realizar; al final, lo logró, coronándose ganador, porque hizo bien lo que debía hacer. Aunque a veces encontramos personas que con poco esfuerzo tienen más que otros, ¿merecen lo que tienen?, puede ser; si es un caso de suerte, estaban justo en el momento y sitio adecuado, de manera que se lo ganaron. Si es de trabajo, algo parecido: mi papá me recomendaba “estarme ahí” cuando hacía mis prácticas profesionales para indicarme que, con disciplina y constancia, en algún momento, recibiría la oportunidad que te hace destacar. Claro, también debía haber hecho bien las cosas para ganarme ese chance; en mi caso, funcionó, pues un compañero veterano me recomendó para un trabajo en otra empresa, estando solo a mitad de carrera.

Alguno me dirá que hace lo correcto, pero no gana. Debo preguntarle: ¿Has hecho todo lo que debes hacer, de la mejor forma posible, incluso, mejor que otros? Si lo piensa, es posible que no “se lo haya ganado” y deba superarse. Yo sigo aprendiendo a dejar de asumir que me lo merezco, trabajar más y, especialmente, mejor para poder decir “me lo gané” y después celebrar. Y tú, ¿qué te has ganado?

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