viernes, julio 26, 2024
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LAS MUJERES NO VIAJAN SOLAS, VIAJAN CON ELLAS MISMAS

POR: FABRINA ACOSTA

El mundo femenino se enfrenta a grandes desafíos, propios de la cultura —históricamente— patriarcal, uno de ellos es viajar solas y no únicamente a territorios o destinos, sino a ellas mismas, a su libertad, a la posibilidad de trascender del paradigma abnegado de cuidado de todos y todas, de ser sumisas, débiles o dependientes. Cuando las mujeres se atreven a viajar solas, demuestran que enfrentan el miedo a ser violadas o asesinadas, pues en el mundo machista, ver a las mujeres solas en sitios públicos, implica que “están buscando algo”, que quieren provocar a los individuos machistas del género masculino. Sucede desde salir a un bar con una amiga, hasta traspasar fronteras; pareciera que la regla fuera ir acompañada de una figura masculina que tiene el poder sobre ellas y no tuvieran derecho a divertirse, sin el riesgo de ser atacadas; son lamentables las cifras de mujeres desaparecidas, violadas o acosadas en viajes, bares o lugares en los cuales no tienen a un hombre que les brinde “protección”.

En este sentido, analizar los movimientos de mujeres que viajan solas, se unen, ayudan y usan las redes sociales para fortalecer propósitos libertarios y reivindicadores, implica el efecto positivo del empoderamiento sororo y del feminismo, que convierte a las mujeres en imbatibles, valientes y arriesgadas, quienes deciden dejarlo todo por ganarse a ellas mismas; no les da miedo traspasar fronteras, enfrentándose con jerarquía y suma dignidad a las tusas, los duelos y miedos arraigados. Viajar implica estremecer el ser, impactar la vida, deleitar el mundo y expandir las alas espirituales de poder infinito que tenemos las mujeres.

Quedan muchos desafíos por superar, el machismo se resiste a deconstruirse por relacionamientos equitativos e igualitarios; sin embargo, hay que aplaudir los movimientos feministas y de derechos humanos, que agitan los paradigmas sociales, escribiendo nuevas historias humanizadas, donde el cuerpo de las mujeres, bajo ninguna circunstancia, es percibido como un objeto sexual con el cual se puede jugar. Es momento de no cosificar a las mujeres, entendiendo que son libres, capaces, merecedoras de aventuras y viajes hacia su interior o el mundo entero.

Las mujeres que viajan solas han sanado muchos miedos, son capaces de confrontar el patriarcado y no reprimen sueños, están dispuestas a vivir desde la visión empoderada de su ser femenino, a saborear los colores, formas, diversidades y sorpresas que los viajes generan. Ese, es el desafío de las nuevas mujeres, quienes unidas se fortalecen; aprenden a crear, no solo defensas del machismo, racismo o cualquier tipo de discriminación que se enfrenta en un mundo, muchas veces tosco con las mujeres, sino que también crean realidades bondadosas, prósperas y favorables para todo lo que merecemos como mujeres.

Viajar solas a nuevos mundos, reconciliaciones, experiencias novedosas, a ellas —nosotras— mismas y los fantasmas de miedos, son logros transformadores; por ello, las mujeres tenemos bien ganado el título de tejedoras de nuevas realidades y seguimos conquistando el mundo público que nos fue privatizado por siglos. Finalizo esta reflexión con una declaración basada en mi fuerza guajira y femenina: “Dubái nos vamos a divertir, lo prometo”, yo hago parte de las valientes mujeres que viajan solas y tienen una red de sororidad inquebrantable.

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