A lo largo de mi vida, he sido catalogada con varias etiquetas que indican el tipo de cuerpo que tengo, basado, claramente, en los preceptos de belleza que ha estipulado nuestra sociedad a través del tiempo. La silueta femenina y el canon estético aceptado, ha variado con el pasar de las décadas, llevando a las mujeres a exigirse, cada vez más, por aquello a lo que nos ha tocado adaptarnos a la fuerza. El 2022 está a punto de terminar y aún no entiendo porqué seguimos viendo discriminación hacia el cuerpo femenino, tanto en la “vida real” como en las redes sociales. Muchas personas dicen aceptar a la otra, pero luego se cargan de palabras negativas, que ayudan a destruir la autoestima, dejando al descubierto que aún hace mucha falta entender el body positivity
Para nadie es un secreto que este año, debido a muchos factores, llámese ansiedad, personalmente, he sufrido de aumento de peso, con lo cual he estado bien, ya que he hecho las paces conmigo y mi cuerpo, aunque existan momentos donde no me guste lo que veo y esto es gracias a comentarios malintencionados que lanzan algunas personas sobre mí. Hasta el día de hoy, no he recibido malos comentarios en redes sociales, ya que hemos conformado una comunidad muy buena; sin embargo, son las personas cercanas a mí o conocidos, quienes siempre hacen preguntas como ¿hasta dónde vas a llegar? ¿Por qué has subido de peso?, entre otras; pero creo que debemos dejar de juzgar y aceptar lo que la otra persona vive.
“No tiene nada que ver con cómo te percibe el mundo. Lo que importa es lo que ves”, Gabourey Sidibe. Personalmente, no tengo ningún problema con cómo me veo, porque desde pequeña he luchado con mi sobrepeso; las personas que me conocen hace tiempo saben que ha fluctuado mucho y a esto lo acompaña con que siempre, incluso, me comparan con mi hermana, quien tiene un cuerpo que envidiar y ha participado en varios certámenes de belleza. De verdad, me acepto, le doy gracias a Dios por ello y como mantra recito que mi cuerpo es mío y yo lo acepto en mis propios términos, tal y como dice la frase que está al inicio de este escrito. ¡Tú eres la única encargada de tu felicidad!
Recuerda que Dios siempre es bueno.