miércoles, abril 24, 2024
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¿DE QUÉ Y QUIÉN ERES RESPONSABLE? LA IMPORTANCIA DE ASUMIR LA RESPONSABILIDAD EN TODOS LOS ASPECTOS DE SU VIDA

Por: Germán Hennessey

¿Por qué respondes? o ¿por quién respondes? Son dos preguntas que requieren reflexión seria y juiciosa, porque comprometen a la persona de manera integral.

Sus efectos son tan poderosos como los sucedidos en una empresa comercial de un cliente, a manera de ejemplo: tenían una bodega pequeña que solo requería de dos auxiliares para la administración de la misma, quienes tenían como superior jerárquico al jefe de bodegas; solían tener a un auxiliar con experiencia y antigüedad y a uno novato; cuando este último cumplió tres años en la organización, enviaron al compañero a una bodega más grande y él quedó como auxiliar principal; al gerente se le ocurrió entonces llamarlo ‘responsable de bodega’ y así lo estableció en su cargo. El joven de 26 años asumió el reto, se ofreció para seleccionar al principiante, empezó a proponer nuevas formas de almacenamiento, algo que nunca había hecho, aunque se lo pedían con frecuencia; reorganizó por su cuenta las áreas e inició una gestión para ahorrar dinero y recursos; parecía el gerente y propietario, tanto que mejoró sus indicadores de manera excepcional y sirvió para ajustar otras similares de la compañía.

  • Ajá, ¿por qué te esfuerzas tanto?, le requerían sus compañeros, a quienes les ponían de ejemplo al joven.
  • Porque yo respondo, si algo malo sucede, ¿a quién le van a pedir cuentas? Así como, si las cosas van bien, ¿a quién reconocen los méritos?, explicaba.

La historia tiene final triste, que describe bien nuestro tema. A los dos años, un consultor aconsejó eliminar el cargo de ‘responsable de bodega’ y volver al de auxiliar con las mismas funciones y salarios. Nuestro amigo se sintió desmotivado; aunque solo variaba el nombre, para él todo cambió; ahora solo ayudaba y el responsable era su jefe. La bodega perdió el brillo de excelencia y se volvió normal; a los dos años, encontró otro trabajo. Cuando alguien tiene claro que responde por algo o por otra persona, toma conciencia y compromiso de sus actos, así como los de otros; cuida tanto el proceso o la forma de hacer las cosas como de sus resultados; vigila el impacto, los efectos y consecuencias sobre aquello que responde y de estas sobre los demás y el entorno; aprende de manera continua para hacerlo mejor, entre muchas actividades.

Papá o mamá son responsables del hijo, incluso, hasta cuando él o ella pueden asumir el control de sus vidas o independizarse; al fin y al cabo, la forma como un hijo afronta la vida adulta es consecuencia de la crianza y educación paterna. Decir, por ejemplo, que no come bien, porque la abuela lo malcría en el almuerzo, es evadir la responsabilidad sobre la alimentación y salud, pues es deber de los padres definir la dieta y que la abuelita los apoye y la cumpla. Decir algo como “quién sabe dónde aprendió eso” para justificar un mal comportamiento, es evadir la responsabilidad, pues papá y mamá deben conocer a los amigos de sus hijos, guiar y aconsejar sobre lo conveniente o no.

En el ámbito laboral tenemos varios ejemplos: el cuidado de los recursos de la empresa es responsabilidad de quienes los usan y se benefician. Asimismo, la situación que más me gusta, el jefe responde por su grupo de colaboradores y desempeño, sin importar el nivel jerárquico; es su deber cuidar el ambiente de trabajo, acompañar a la persona y brindarle retroalimentación continua; evaluar el desempeño, encontrando con el empleado las alternativas para corregir, mejorar o innovar; por eso, cuando un jefe dice algo como “es que es cosa de ellos” o “yo qué puedo hacer”, no asume la responsabilidad que le corresponde o no está capacitado para actuar como tal.

En términos parroquiales —expresión que uso para indicar que es en lenguaje sencillo— el que paga por los platos rotos es quien responde. Dado que la responsabilidad es un compromiso integral, muchos la evaden buscando el camino fácil. Culpar a otro de un mal resultado, por ejemplo, es una forma, solo que la culpa puede ser de otro —quien rompió el plato por descuido—, mas eso no exime al primero de la responsabilidad. Quien rompió el plato debe asumir la consecuencia —puede pagarlo— y quien responde debe estar atento a que no suceda de nuevo esa situación, ya sea enseñando al otro, asegurando el sitio o previniendo accidentes.

Cuando alguien se enfoca en un plan de acción con sus respectivas metas, prefiero preguntarle de qué es responsable, qué compromisos asume con ese proyecto o iniciativa; el objetivo y la meta suelen definirlo con facilidad; describir sobre quién o qué es responsable les cuesta más, no porque no lo puedan determinar, sino porque toman conciencia al ver el cuadro completo.

Tener la responsabilidad —asumirla por tiempo definido o en contexto específico— es un compromiso no evadible a pesar de nosotros mismos. El noviazgo y el matrimonio son una responsabilidad, pues ambos miembros de la pareja deben cuidar la relación y al otro; un hijo es una responsabilidad, no como una carga que se asume o se soporta, sino como un deber que se acepta con la decisión de la paternidad o maternidad. El trabajo, la vida en comunidad, ciudadanía, son algunos de los aspectos en los cuales asumimos una responsabilidad, como parte de nuestro rol y participación.

Como un valor, la responsabilidad se aprende, incluso en la edad adulta, a veces, en consecuencia de los efectos de no asumirla, como el despido, la pérdida del semestre o año escolar, la multa constante al no pagar los créditos o los impuestos y la lista es larga; como forma de vida, se vive mejor cuando se asume la responsabilidad desde la decisión de realizar o ser parte de algo, porque podrás vivir con la serenidad de hacer las cosas que debes y efectuarlas de manera correcta. Así, disfrutarás los resultados como fruto de tu dedicación. Entonces, ¿de qué o de quién eres responsable?

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