jueves, noviembre 7, 2024
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ECONOMÍA NARANJA: UNA INDUSTRIA CREATIVA POTENCIADA POR LA LOGÍSTICA

POR: JAVIER MAZENETH

Hemos visto en estos últimos años la popularidad que ha venido tomando el término economía naranja en nuestro país; muy seguramente, para los que no están familiarizados con este tema, la primera impresión que se puede tener es que está relacionado con el mercado agrícola o, a lo mejor, otro nuevo sistema económico, al que su color le imprime un factor diferenciador a los ya conocidos tipos de economías —macro y microeconomía, economía mixta o economía de libre mercado, entre otras— en todo caso, el término naranja hoy es asociado, en gran medida, a la creatividad e innovación, habilidades claves para el desarrollo de ideas de negocio exitosas. El músico y actor “Frank Sinatra amaba tanto el color naranja a tal punto que en una entrevista lo calificó como el color más feliz” (Francescoalbertosinatra, s.f.)

Mucho se ha discutido sobre la definición de economía naranja, según un estudio realizado por el BID —Banco Interamericano de Desarrollo— llamado ‘La economía naranja una oportunidad infinita’; se define como el conjunto de actividades que de modo encadenado permiten que las ideas creativas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por el contenido de propiedad intelectual. De tal manera, establece que el universo naranja está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se hallan las industrias culturales convencionales, junto a las áreas de soporte para la creatividad.

Pero, ¿cómo ha sido el impacto en cifras de la llamada economía naranja a lo largo del tiempo?, miremos acá algunos datos de un fenómeno que despierta cada vez más interés en las agendas de desarrollo de los países de América Latina y el Caribe, ya que su práctica o puesta en marcha, no solo impulsa el crecimiento económico a través de la creación de valor, sino que sus iniciativas se han convertido en sistemas de innovación en sectores prioritarios para la región (Luzardo, De Jesús, Pérez, 2017, p.5)

  1. La fuerza laboral mundial de la economía naranja supera la de la industria automotriz de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón. Economía naranja: 29.5 millones de trabajadores; por su parte, la industria automotriz de la Unión Europea: 12 millones de trabajadores, Estados Unidos: 7.25 millones y Japón 5.5 millones (Luzardo, De Jesús, Pérez, 2017, p.6)
  2. Las industrias creativas y culturales tienen una cantidad de trabajadores —29.5 millones— equivalente a la población combinada de París, Nueva York y Londres (Luzardo, De Jesús, Pérez, 2017, p.7)
  3. El comercio de bienes y servicios creativos en el 2015 generó un total de 2.25 billones de dólares (Mejía, 2019, p. 4)

Todas estas cifras e impactos provocados por las industrias creativas y culturales, dan un claro ejemplo de que no solo el modelo productivo tradicional está generando crecimiento para las sociedades, sino que, por el contrario, en medio de la cuarta revolución industrial las manufacturas creativas, acompañadas en muchos casos por el uso de tecnologías disruptivas, se convierten en protagonistas claves para enfrentar los nuevos desafíos en la manera de producir y generar desarrollo y riqueza. Es allí, donde la logística, entendiéndola como el eficiente gerenciamiento de los flujos de materiales e información, a través de la tecnología, debuta con un papel protagónico dentro del modelo naranja, pues imprime y entrega herramientas claves para crear valor y generar eficiencias internas al momento de cocrear. Asimismo, dentro de la industria 4.0 —industria híper e interconectada— permite el aprovechamiento eficiente de todas aquellas tecnologías disruptivas que según un estudio realizado por McKinsey Global Institute —MGI— transformarán la vida, los negocios y la economía global para el año 2025.

Tecnologías claves, según su potencial para crear riquezas, como el Internet de las Cosas —IoT—, el Cloud Computing, el Big Data y la impresión en 3D; hoy, generan dentro de las industrias creativas, un potencial enorme al entregar a todos los innovadores nuevas formas de comunicación, diferenciación, intercambio, portabilidad; además de nuevos materiales al momento de ofrecer bienes o servicios de base creativa y cultural. Un claro ejemplo es la utilización de la tecnología Blockchain o cadena de bloques para proteger los derechos de autor, ya que le permite a los dueños o compositores de obras musicales, entre otros, tener el control total de la explotación de su creación, evitando intermediarios a lo largo de la cadena que, en muchos casos, se quedan con gran parte de las ganancias de dicha obra.

Otro aspecto no menos importante, en donde la logística juega un papel preponderante dentro de la economía naranja, es lo que hoy llamamos ‘la cadena de valor naranja o creativa’, que según la Unesco hoy representa una manera muy sencilla de mapear cada uno los pasos o secuencias que permiten transformar los contenidos en bienes y servicios. Esta especie de supply chain naranja, al igual que las cadenas tradicionales logísticas, nos muestran los flujos secuenciados en el proceso de transformación, desde la oferta a la demanda, pasando por creación, producción, distribución, comercialización y, finalmente, consumo.

La generación de valor en cada uno de los eslabones de la cadena naranja supone un reto enorme para los sistemas logísticos de cada eslabón, en términos de sinergia e integración de todas las variables inmersas dentro del modelo. Al igual que en logística, hoy es posible hablar de Hubs creativos como centros de conexiones, en el que clústeres, infraestructuras especializadas, capitales, talentos y tecnologías se concentran, independientemente, de su proximidad geográfica para cocrear y generar ideas; en estos Hubs se desarrollan, producen, comercializan los bienes y servicios más sofisticados de la economía creativa. Es un gran desafío el que tendrá la logística dentro de las redes de valor como potencializador de este tipo de economías, un eficiente gerenciamiento de los flujos a lo largo de toda la cadena naranja, a través de un adecuado uso y aprovechamiento de tecnologías, podrían asegurar un próspero futuro para una industria poco conocida y que cada vez crece con más fuerza.

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