jueves, noviembre 21, 2024
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IKIGAI, EL PLACER DE LA VIDA

Al finalizar el año 2018 tuve la dicha de leer un libro que llamó grandemente mi atención, se trata de ‘Ikigai esencial’ —sabiduría japonesa—, que habla acerca del verdadero placer de la vida. El texto me puso a pensar en múltiples cosas, para entonces tenía bastante tiempo sin escribir, pues me encontraba absorbido por las circunstancias cotidianas, mucho trabajo y estrés; espacios en los que el ser humano en algún momento de su camino debe encontrarse, y a propósito de la obra, rara vez obtenía la posibilidad de hallar una satisfacción real, lo cual me afectaba demasiado, pero ¿qué era el placer de la vida?

Según Ken Mogi, autor del ejemplar citado, el ikigai es aquello que le da sentido a tu vida, lo que nos hace levantarnos todas las mañanas. El verdadero placer lo debemos vivir a diario desde lo simple: disfrutar del amanecer, de una puesta de sol o la plenitud de realizar nuestro trabajo; lejos de los estereotipos que nos ciegan y están encasillados en nuestra existencia, alejándonos de deleitarnos con todo lo que nos rodea. Estamos siempre a la espera de tener éxito, de hacer una carrera, con el fin de ser mejor que otros; saber y poseer más de lo que tiene el prójimo —posesiones materiales o abundante dinero—.

Hoy en día, las redes sociales han marcado pautas sin sentido: qué comer, vestir, incluso, cómo comportarse; patrones que supuestamente permiten tener una existencia placentera, y es en estas situaciones donde el ego se encuentra presente y no te deja experimentar los placeres de la vida. El éxito no es más que disfrutar el ikigai, es decir, que todo sea realizado con plenitud. El panadero escoge desde muy temprano los mejores productos para preparar sus recetas, pone la masa en el horno para que desprenda los aromas y así los comensales compren el mejor pan; cuando el cliente hace mención a lo delicioso que está, ese es el verdadero ikigai. Cada paso del proceso, desde su inicio, contempla gratitud; ese es el triunfo: apreciar el instante actual; sin importar lo que lleves a cabo, hazlo con pasión, respeto y amor.

No se trata de reconocimiento, pues si haces las cosas bien va a llegar; sin embargo, ese no es el auténtico regocijo de la vida, el gozo te lo da el hecho de efectuar todo de la mejor manera. La modernidad nos ha permitido conectarnos, pero también ha llevado a la desconexión; además de la falta de unidad, lejos de nuestro interior y la esencia de lo que realmente somos. Todos los días estamos en búsqueda de satisfacción: viajar, comer, poseer; provocando que la vida se nos pase en eso, olvidando que en este punto donde estamos  —el momento presente—, podemos vivir el ikigai.

Existen empresas que por muchos años entregan un producto de calidad a la humanidad, porque han tenido la capacidad de vivir el ikigai cada día; es decir, hay gratitud, plenitud en sus procesos y, pues claro, lograron reconocimiento, pero el poder de mantenerse realizando la misma actividad por tanto tiempo es debido a que han conseguido el verdadero placer en la prestación del servicio o bien, de la mejor manera.

Una de las razones por las que tenía mucho tiempo sin escribir, es por la conexión que me gusta hacer con el lector, pues al redactar quiero sentirme bien físicamente, espiritualmente y mentalmente —cuerpo, espíritu y mente—. Cuando estoy conectado me nace escribir, es mi manera de mostrar respeto y amor por mis lectores, ese es mi ikigai.

Dejamos de disfrutar el tiempo presente cuando mantenemos la mente ocupada, olvidando por qué nos encontramos ahí y qué estamos haciendo. Al preparar el desayuno, empezamos a pensar en el almuerzo, y así vamos pasando nuestro día a día; sobreviven, pero muy pocos se dedican a vivir. Tener la oportunidad de reconocer los placeres de la vida desde la gratitud puede, de manera significativa, darle sentido a tu existencia, pues no se trata de poseer, sino de soltar, principalmente los actos de entrega y servicio. Tener la firme convicción de dejar este mundo mucho mejor de como lo hallamos: si quieres estudiar, prepararte, trabajar y ejercitarte, hazlo; sin embargo, recuerda que todo lo necesario ya está en ti. Los títulos, propiedades o trabajos, no son los verdaderos placeres de la vida, si no reconoces en este momento tu verdadero ikigai. P.D.: gracias por esperarme, he vuelto a escribir porque la inspiración llega en el momento perfecto, estar conectado es mi mayor muestra de respeto hacia ustedes. Tu ikigai es el camino. ¡Namasté!

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