lunes, septiembre 16, 2024
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REFLEXIONES 2021 Y VISIÓN 2022

POR: FABRINA ACOSTA

En estos tiempos, el presente toma un valor poderoso, la incertidumbre agobia nuestros planes, pero no implica que mate nuestras esperanzas; sé que es arriesgado el título que he escogido para esta reflexión, porque implica futurizar y ampararme en la fe de que hay nuevas realidades por explorar.

El 2021 fue un año de reapertura por lo que en el 2020 abruptamente se cerró, poco a poco volvimos a la presencialidad laboral y escolar; asimismo, los restaurantes, cines y bares retornaron, aún con restricciones, a la actividad comercial; no somos los y las mismas, hay miedos, prevenciones e impactos en nuestra salud mental —era inevitable— sin embargo, no todo es caos, creo que humanamente nos hemos reconciliado con el valor de la vida, los momentos, amigos y el tiempo de calidad para nuestro cuidado, amarnos y regalarnos momentos de esparcimiento; es el tiempo de las conciencias del ser, del retorno a nosotras mismas, desde lo espiritual, el cuidado de la salud, alimentación sana, ejercicio físico, sanar despedidas y elaborar duelos abrazando el valor de cada momento.

De este modo, quiero contarles una experiencia transformadora de mi vida que me hace hablar con argumento de la esperanza y visión 2022, de recobrar los sueños, no rendirme ante la incertidumbre y la confrontación con la fragilidad que somos —natural en tiempos de pandemia—. En el mes de mayo me diagnosticaron un tumor y la única solución era una cirugía, no había científicamente otra salida; en esos momentos de muchos exámenes, estadía en salas de espera, reflexiones antes de ir al quirófano y cuestionar cuánto tiempo perdemos esclavizados en la productividad y en el olvido de nuestro ser, se pasan muchas cosas por la cabeza, pero me salvó la fe y esperanza, agarrarme de ellas con tanta fuerza que la tristeza tenía que huir; aprendí a no autosabotearme, regalarme espacios de calidad, tratarme como humana y no como una máquina productora de proyectos, procesos y mil cosas; necesitaba pausarme para luego avanzar con más fuerza, aclaro que pausarnos no es perder el tiempo, el descanso de calidad, cuidado y amor propio, es el alimento del espíritu que, así como el cuerpo físico, necesita nutrirse.

Con lo anterior, quiero decir que cierro este 2021 de desafíos y transformaciones salvadoras, con una visión encendida en fe para el 2022, pienso no aplazar algunos planes que se quedaban en el olvido por el afán diario; hoy, tengo claro que lo único que me llevaré el día que me despida de esta vida terrenal son los momentos y quiero que cada uno sea de felicidad, paz interior, deleite y conciencia de mí; les recomiendo regalarse eso, antes que un carro, casa o teléfono de última tecnología, regálense tanto amor y cuidado que tengan la garantía de disfrutar de todo lo demás. Que el año 2022 sea de vivir en plenitud, gozando hasta los desafíos más dolorosos, viajando, durmiendo bien; en fin, viviendo sin olvidarnos de eso, de vivir.

Bendito 2021 que abre caminos encendidos de fe al 2022.

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