miércoles, octubre 30, 2024
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PIEDRAS PRECIOSAS JOYAS CON GRANDES SIGNIFICADOS Y MITOS FASCINANTES

Por: Giovanni De Piccoli

Los pasados meses de septiembre, octubre y ahora, en noviembre, la industria del entretenimiento norteamericano entregó los galardones más preciados, donde las artes escénicas, televisión, música y el cine, acapararon la atención global. De este modo, en las galas de los premios Emmy, People’s Choice, Grammy, Globos de Oro, entre otros; constelaciones de estrellas hollywoodenses, se reunieron en las alfombras rojas y moradas, luciendo fastuosos vestuarios, a través de los cuales diseñadores de talla mundial hicieron la antesala de los galardonados en diversas categorías; reconociendo así, su talento, capacidades histriónicas y, sobre todo, los éxitos en taquilla —cine—, o de teleaudiencia, si nos referimos a series mega premiadas, debido a la alta calidad de producción y contenido que atrapa a los fanáticos. La música no se queda atrás, destacando las canciones que se vuelven historias ante quienes las escuchan y haciendo leyenda a los intérpretes, cuyo brillo llega alrededor del planeta en esas transmisiones que últimamente, también se convierten en escenarios de críticas políticas, discursos en pro de los derechos humanos o protestas, que de forma moderada y sutil envían un poderoso mensaje. El arte definitivamente es comunicación y dichos espacios de festejos no se quedan en el mutismo, buscando hacerse sentir con contundencia.

Ciertamente, estas estrellas de fama mundial usan la imagen, con el fin de proyectar algo más allá de lo banal, que podría ser entendido para algunos, la industria millonaria del cine, televisión y música. Por supuesto, durante esos momentos, hay otro aspecto, despidiendo fulgor, brillo y esplendor, junto con los trajes de diseñadores, desde los clásicos hasta aquellos atuendos irreverentes: los accesorios, que también acaparan miradas. Joyas en forma de collares, anillos, aretes, prendedores y hasta tiaras; hermosas piezas prestadas, gracias a prestigiosas casas de joyería como Bvlgari, Martin Katz, Carrera y Carrera,  Tiffany & Co., Harry Winston y  Chopard, mencionando solo algunas de las grandes. Imposible no notar, por ejemplo, el collar de aproximadamente 60 diamantes de Lady Gaga, con un diamante amarillo de 128 quilates en la parte central; una estrella rutilante, sobre otra impactante como lo es ella, quien nos cautivó en el film ‘Nace una estrella’, remake de la homónima, protagonizada por la célebre Barbra Streisand en 1976.

Personalmente, la joyería representa una de mis pasiones, tal vez a causa de la formación en arquitectura y diseño, permitiéndome establecer dicho gusto por la forma tan exquisita en que es moldeado el metal y cómo se incrustan en él de manera quirúrgica las gemas, productos maravillosos del globo terráqueo en sus profundidades, para luego ser extraídas. Es denotable que el valor de una joya de diseñador o no, nunca se pierde en el tiempo; el oro, platino y piedras preciosas, entre ellas, los zafiros, esmeraldas, rubíes, amatistas, topacios y aguamarinas, sin mencionar el rey de todas: los diamantes, son  perennes. Al ser historiógrafo, el misterio que encierran es fascinante, motivando lecturas e investigaciones; por ejemplo, el rubí, en muchas culturas significa protección, valor, fuerza, la sangre de la madre tierra; igualmente, es la piedra consagrada al dios griego Apolo; además del símbolo de Cristo y San Pedro, posiblemente, debido a ello, los cardenales de la iglesia católica lo usan en los anillos.

El zafiro  —hermano del rubí—, posee entre los componentes físicos el corindón; debido a ello, cuando es rojo, se llama rubí y al ser azul, zafiro. Cuenta la leyenda que en la India, gigantes robaron al cielo su color y los dioses castigaron a estos titanes convirtiéndolos en piedra; empero, al hacerlo los cristales azules, quedaron aprisionados en ellos, naciendo así, dichas gemas. Para el pueblo judío, zafir significa la más bella de las cosas, y está asociado al espíritu divino; a causa de lo anterior, en el Medioevo se creía que los 10 Mandamientos de Moisés, fueron inscritos en tablas de este valioso mineral. Igualmente, se cree que la Tabla de Esmeralda, escrita por un místico personaje entre la verdad y el mito: Hermes Trismegisto, el tres veces grande, escribió sobre esta roca sabidurías ancestrales  que precedieron al Antiguo Testamento y otros textos sagrados de épocas inmemoriales; pero cuya enseñanza ha llegado a nuestros tiempos a través de filósofos y científicos como Heinrich Khunrath, Isaac Newton, Robert Boyle, Marsilio Ficino y demás. Por otro lado, un mosaico maravilloso en la bellísima Catedral de Siena —Italia— inmortaliza la iconografía de Hermes.

La amatista, mi preferida; para entender su significado los invito a leer el mito de Dionisio y Amatista, una bella fábula griega que habla de pasión, deseo, temor, transformación y redención, leyenda que le ha dado a esta piedra significados esotéricos y mágicos; asimismo, simboliza a la realeza y una de las coronas reales, que ostenta algunas muy bellas, jamás vistas, está en posesión de la casa real sueca, la cual originalmente perteneció a la emperatriz Josefina de Francia. No podríamos finalizar este breve escrito sin mencionar la esmeralda, Cleopatra las atesoraba, considerándolas amuleto de inmortalidad; Nerón, emperador de Roma, usaba lentes de la piedra para ver los espectáculos del circo Flavio; el célebre collar de diamantes: ‘Taylor-Burton’ de Elizabeth Taylor, una increíble pieza de arte evaluada en más de un millón de dólares. Igualmente, para nosotros los colombianos representa mucho orgullo tener algunas esmeraldas bastante hermosas y valiosas; por ejemplo, ‘Fura’ —una de las más grandes del mundo—, la cual pertenece a Víctor Carranza y es de 11.000 quilates. Lo cierto es que nuestra gema insignia tiene valores tan altamente cotizados que el mismo Víctor Carranza dijo en una publicación del periódico El Tiempo que: “Las esmeraldas harán que los diamantes se pongan verdes de la envidia”, y tiene toda la razón.

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