Inicio Actualidad Opinión LENGUAJES LIBRES DE MACHISMO: LAS PALABRAS COMO HERRAMIENTA PARA CAMBIAR IMAGINARIOS SOCIALES

LENGUAJES LIBRES DE MACHISMO: LAS PALABRAS COMO HERRAMIENTA PARA CAMBIAR IMAGINARIOS SOCIALES

0
LENGUAJES LIBRES DE MACHISMO: LAS PALABRAS COMO HERRAMIENTA PARA CAMBIAR IMAGINARIOS SOCIALES

POR: FABRINA ACOSTA

“Hay que actuar como si fuera posible transformar radicalmente el mundo. Y tienes que hacerlo todo el tiempo”,

Angela Davis.

Desde pequeña escuché que los seres humanos nos diferenciamos de los otros seres vivos por la capacidad de comunicarnos verbal y no verbalmente, que bonito es ese universo de sentir y pensar con el derecho a la libertad de expresión; en ese sentido, nuestros lenguajes deberían ser senderos de pacificación, coconstrucción y plenitud.

Lastimosamente, la realidad devela otras situaciones por causa de lenguajes violentos o verticales, ya que se inician grandes conflictos, terminan relaciones o coartan libertades; es decir, se desdibuja el respeto por la  otredad —aquello que es diferente a lo propio y tiene derechos—. Los lenguajes son tan poderosos que sostienen culturas, las dinamizan o destruyen; por ello, se hace necesario poner la mirada hacia las transformaciones de los mismos, para que sean cada vez más incluyentes, equitativos e igualitarios.

Considero importante mencionar que hay cambios significativos en las formas de nombrar a determinadas poblaciones que han impactado la manera de intervenir en procesos psicosociales, como el de no llamar menores a la infancia en el Código de la Infancia y la Adolescencia —Ley 1098 de 2006—, sino niños, niñas y adolescentes, otorgando existencia a los géneros y reconociendo la capacidad de pensar y sentir de este grupo poblacional, pues en el antiguo Código del Menor eran mencionados como menores y desde el lenguaje no se les otorgaba esa entidad viva que merecen los niños y las niñas.

El anterior ejemplo lo tomo como punto de partida a la importancia de crear una cultura de lenguajes no sexistas, que comuniquen desde el respeto por las diversidades sexuales, no solo la mirada binaria masculino y femenino, sino todas las libertades del ser; lenguajes que logren trascender a mandatos patriarcales que se nos asignan desde antes de nacer y que marcan nuestras formas de pensar y actuar, estableciendo estereotipos de género sobre qué y no hacer, feminizando o masculinizando roles.

Asimismo, los lenguajes machistas arraigan imaginarios sociales que disminuyen lo femenino a dependencias o sometimientos de poderes masculinos; esto es histórico, pero no quiere decir que deba ser eterno, pues se denominan culturas por su capacidad de transformarse y no se debería asumir una postura de resistencia a los cambios que se amparen en —así siempre se ha hecho y se seguirá haciendo—  la última década, ya que han surgido iniciativas académicas, propias del feminismo y otros movimientos transformacionales, como la comunicación para el cambio social, la cual, entre muchos otros aportes, nos exhorta, respecto a la importancia de expresarnos, desde lenguajes incluyentes que no le quiten existencia a las mujeres y no aporten al incremento de las brechas de género que ya existen y nos siguen costando cerrar.

No se trata solo de decir ‘todas’, ‘todos’ o ‘todes’, eso es una parte fundamental, pero no se agota ahí, pues se trata de algo profundo, porque el lenguaje es un pilar fundamental para lograr la equidad e igualdad, desde el marco de los Derechos Humanos. Esto implica reconocer las diferencias desde visiones circulares y no a partir de criterios dominantes de unos sobre otras.

Es preciso que las nuevas generaciones crezcan comprendiendo que en el mundo entramos todas las personas y que normalizar las microviolencias o violencias solo nos seguirá instalando en sociedades involucionadas que siguen reportando feminicidios, torturas o violaciones.

No se puede llamar exagerada ninguna acción transformadora que pretenda generar consciencia y crear nuevas realidades; en este caso, el lenguaje no incluyente o sexista es una forma de seguir “legitimando” prácticas machistas que, inevitablemente, transitan con peligrosa libertad, destruyendo relaciones, considerando el cuerpo de las niñas trincheras de abuso sexual y a las mujeres objetos serviles de sus instintos. Quisiera que esto tan crudo correspondiera a una hipérbole inventada por mi creatividad de escritora, pero lastimosamente hace parte de la realidad, por tanto, es momento de que desarraiguemos prácticas patriarcales que lastiman a quienes las ejercen o son víctimas de las mismas; aunque una gran noticia es que uno de los puntos de partida para este enorme desafío es el lenguaje incluyente, donde exista dignamente toda la gente.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí