miércoles, octubre 30, 2024
spot_img

Novedades

EL DÍA QUE EL MUNDO CAMBIÓ: UNA HISTORIA DE GUERRA TRAS EL 11-S

POR: JAIRO AGUILAR

El día que el mundo cambió tenía 17 años, ad portas de cumplir los 18 y estaba en grado 11; recuerdo que inició de forma extraña, hubo una mañana soleada y la tarde se tornó un poco gris; solo hasta la hora del almuerzo en el colegio nos enteramos de lo que había sucedido: un atentado en contra del World Trade Center, provocando el colapso de las Torres Gemelas. La primera impresión fue de negación, no creía nada de lo que presentaban ante nuestros ojos, algo raro, irreal, como de película. Al llegar a mi casa, encontré a mis padres pegados al televisor, con mucha preocupación, pues sus hijas —mayor y menor— tenían algún tiempo viviendo en Estados Unidos. La tragedia causada por un estado de inconsciencia mental, debido a condicionamientos arraigados durante muchos años, sentimientos de ira y dolor, dejó múltiples historias, las cuales despertaban inquietudes, pues saber que el ser humano es capaz de realizar este tipo de acciones, hizo que, por primera vez, comenzáramos a hacer preguntas sobre la vida y raza humana. El planeta cambió para siempre, pero ¿qué ocurrió en realidad? Días después empezamos a conocer los verdaderos hechos.

Comenzamos a preguntarnos ¿qué iba a pasar en el mundo?, y ¿cuáles serían las decisiones que tomaría Estados Unidos? Algunos empezaron a sentir y anhelar sentimientos de venganza, pues Hollywood nos vendió siempre la idea de Rambo, el soldado americano capaz de acabar con todo el sistema o cualquier cosa contra la cual se enfrentara; paradójicamente, en una de sus películas, peleó al lado de los afganos para sacar del territorio la ocupación soviética; sin embargo, ese Rambo nunca existió, la guerra duró alrededor de 20 años, dejando muerte y desolación: aproximadamente 2.448 soldados americanos murieron y más de 150.000 afganos, entre ellos, civiles; definitivamente, fueron muchas historias de dolor y odio, luego de esta fatídica intervención militar.

Hace unos días, terminé de ver una serie muy interesante en Netflix llamada ‘Punto de inflexión: el 11S y la guerra contra el terrorismo’, la cual hace un recorrido bastante preciso de dichos acontecimientos, pero lo que más llamó mi atención fue el capítulo donde el Gobierno de George W. Bush —hijo— solicita al Congreso la aprobación de la ley o resolución que le permitía a Estados Unidos ir de frente e iniciar la guerra contra el terrorismo internacional, la votación fue de 420 a favor y 1 en contra; este único voto fue emitido por la representante Barbara Lee. Hoy, luego de que los talibanes retomaran el poder en Afganistán, se comienza a escuchar su nombre nuevamente.

Lee, quizás tuvo una premonición, pues todo lo que dijo en el discurso, al momento de emitir su voto en contra de la iniciativa del presidente Bush, 20 años después llega a calar en lo más profundo de la conciencia humana: “Estoy convencida de que la acción militar no evitará nuevos actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos, debemos tener cuidado de no embarcarnos en una guerra abierta, sin estrategia de salida y ningún objeto focalizado”, puntualizaba Barbara. Así fue, terminó la ocupación y lo único que quedó fue una escena cinematográfica de miles de personas corriendo de un lado a otro en el aeropuerto de Kabul; tristemente, muchos de ellos se aferraron, literalmente, al avión que estaba a punto de despegar con destino a América, provocando sucesos irreales, donde los afganos caen desde el avión. También, se ven muchas escenas donde los padres desesperados entregan a sus hijos de brazos a soldados americanos para que sean salvados de la venganza de los talibanes; de esto, me impactó la fotografía de un bebé tomado del brazo por un soldado americano, ver esta imagen generó en mí la misma sensación que sentí al ver las Torres Gemelas del World Trade Center desmoronarse, el 11 de septiembre de 2001.

Ahora que los talibanes retomaron el poder, denotan estar cargados de más odio y rencor, muchos de ellos fueron torturados en el centro de detención para criminales y terroristas internacionales Guantánamo, lugar donde vivieron historias de terror, según han revelado diversos medios. Dichas experiencias, dejaron mentes nubladas, debido al condicionamiento, pues, al final, fue una guerra sin un objetivo focalizado, planificación, donde el resultado fue el dolor, odio y destrucción. En estos momentos, la única esperanza es volver al estado de conciencia, poner por delante la inteligencia emocional, la cual Barbara Lee difundió en su discurso cuando sabía que el mundo se iba a venir abajo; con lo anterior, no digo que si se hubiese escuchado a Barbara todo sería diferente, pero sí pienso que se hubiera evitado tanto dolor, cifras llenas de muerte y no estaríamos acostumbrados a la guerra.

En Colombia, después de tantos años, seguimos luchando contra el tráfico de drogas, sin un objetivo focalizado, planificación o una pizca de inteligencia emocional; por ello, pienso que es hora de volver a construir, todos somos responsables de velar por el futuro; asimismo, considero que Estados Unidos, luego de Vietnam, Afganistán y las consecuencias de su acción militar en más de 41 países, deberían comenzar a replantear su estrategia. Hoy, cuando el mundo vive lo que se está presentando en Afganistán, el presidente Joe Biden debe asumir un gran reto, luego de que el anterior mandatario devolviera el poder en un proceso de paz fallido. Ahora, anhelo que todas las guerras terminen y que mi país encuentre el futuro en un estado de conciencia absoluta, donde siempre se escuchen aquellas voces que lleven a la reflexión y una voz como la de Barbara Lee pueda detener la locura.

Latest Posts

Para leer

×