miércoles, noviembre 20, 2024
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¿DE DÓNDE VENDRÁ MI SOCORRO? ENTREGA TUS CARGAS A DIOS Y VERÁS SU OBRA MARAVILLOSA EN TU VIDA

POR: ELEINE PIMIENTA

Quiero iniciar mencionando este hermoso versículo de Salmos que, seguramente, en ocasiones, hemos leído, escuchado o declarado en momentos de angustia, en busca de aliento y fortaleza. Salmos 121:1-2 dice: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”.

Una manera en que he aprendido a disfrutar la Palabra de Dios es leyéndola detenidamente, descubriendo y apreciando el tesoro escondido de este maravilloso libro. En este versículo, particularmente, pude encontrar una gran riqueza para mi corazón. ¿Notaste que el rey David autor de este salmo— no está titubeando en su respuesta, cuando se pregunta de dónde vendrá su ayuda? En su mente parece no estar el nombre de un buen amigo, político importante u otra persona; él sabe de dónde vendrá su socorro en tiempos de dificultad, dice que del Creador de los cielos y la tierra.

Admirando a un ser supremo, con un poder sobrenatural, leo una y otra vez, observando en esta palabra una invitación a depender del Dios todopoderoso, de quien hizo los cielos y la tierra, la más grande expansión o inmensidad natural que nuestros ojos logran ver. Estas palabras son como un llamado a enfocarnos en Dios, su grandeza, lo maravilloso de sus obras y no en el problema; definitivamente, este salmo nos está recordando cuán grande es Dios.

Así que me detengo en este momento para contemplar que, si con su poder creó las estrellas, el mar, la tierra y todo lo que en ella hay, ¿habrá algo que Él no pueda hacer por ti y por mí? Dios nos ha prometido su presencia, Él es la puerta abierta a cada una de nuestras necesidades, Dios ama que como hijos recurramos a Él en busca de socorro y salvación. Cuando sometemos nuestros pensamientos a Él, nuestra vida se alinea a sus planes y voluntad.

Lo que estás atravesando no es el fin, este podría ser el comienzo de una nueva vida de fe, donde dejarás de enfocarte en tus propios recursos y creerás en lo sobrenatural que proviene de la poderosa mano de Dios. Si hoy decides poner tu mirada en el autor y consumador de tu fe, Jesucristo, conocerás las maravillas del Dios vivo. No dudes de su intervención; cuando clames, Él responderá a tu fe.

Es importante a quién escuchas en medio de tu adversidad. Cuando estás preocupado, ansioso, triste o en un estado de vulnerabilidad, que sigas un buen o mal consejo tendrá mucha trascendencia en tu estado y siguiente estación; te ayudará a levantarte en fe y tomar decisiones sabias o terminarán de hundirte en la tormenta, por tanto, es crucial que la gente con la cual te rodeas tenga un lenguaje de fe; estas personas te motivan, aportando a tu proceso esperanza y ánimo, pues quienes tienen a Jesús como el centro de sus vidas, son amistades que vale la pena tener, puesto que te ayudarán a ver un propósito especial en cada prueba y comprender la vida desde una perspectiva de fe. Quizás, tu manera de ver la situación que hoy atraviesas, te causa desesperanza y temor, pero en el centro de su voluntad todo está bien. Así que te insto a que entregues en la cruz toda ansiedad, porque Jesús está cuidando de ti.

Desde el momento en que inicies a aferrar tu confianza en Dios como la fuente de tu fortaleza, empezarás a experimentar su ayuda, te dará sus estrategias y seguidamente levantarás una bandera de victoria en tu campo de batalla. No temas, no estás solo, del Dios todopoderoso —déjame decírtelo una vez más, sí, el mismo Creador de los cielos y la tierra—, vendrá tu ayuda y socorro. Así que sacúdete, cree y fortalécete en su poder; su favor empezará a rodearte, infundirte nuevo aliento, te levantará, Él te sostendrá. Dios extenderá su paz como ríos sobre ti, en cuanto decidas confiar plenamente en su amor y poder; deja que tu corazón sea envuelto en su soberanía.

Es fundamental que perseveres en la oración, porque tu respuesta viene en camino, persiste en ella hasta que llegue la respuesta. 1 Tesalonicenses 5:17 describe: “Oren sin cesar”, me encanta esta palabra. Otra versión expresa: “Nunca dejen de orar”. Su palabra dice en el libro de 1 Juan 4:4 que: “Mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo”. ¿Está Jesús en ti? ¿Le has hecho alguna vez una invitación especial para que entre a tu vida y tome control de todo? ¿Te gustaría invitarlo?

ORACIÓN.

Dios, vengo delante de tu presencia, en el nombre de Jesucristo, tu hijo, para pedirte perdón por mis pecados; vengo a reconocer mi necesidad de ti, más que de cualquier otra cosa. Hoy, levanto mis ojos al Creador de los cielos y la tierra, creyendo en su intervención a mi favor; abro las puertas de mi corazón y te invito a que entres en él para que lo gobiernes con tu palabra. Enséñame a enfocarme en tu grandeza y contemplar tu poder.

Reconozco cuán insuficientes son mis fuerzas para superar esta dificultad, así que me someto a ti y decido poner toda mi confianza en ti, emprendiendo de tu mano una vida de fe. Te pido que la fe consuma en mí todo temor, ansiedad y falta de esperanza; te entrego mi vida para que obres en ella tu perfecta voluntad, en el nombre de Jesús, amén y amén.

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