El primero de enero fue común ver a gran parte del mundo celebrando que iniciaba el 2019; sin embargo, para algunos países en Asia, el pasado 5 de febrero se festejó el Año Nuevo chino, celebración que dicta el comienzo de una etapa diferente; igualmente, conocido como: Año Nuevo Lunar o Festival de la Primavera. Principalmente se realiza en China, pero otras naciones, por ejemplo: Vietnam, Singapur y Corea del Sur siguen dicha tradición. Desde hace aproximadamente cuatro mil años se conmemora esta fecha, la cual tiende a variar de un año a otro, pues es decretada a partir de la segunda luna nueva, siguiendo luego de ella varias actividades durante unos 15 días. Lo anterior, encuentra explicación en el calendario que utilizan, caracterizado por separar la anualidad de acuerdo a las fases que sufre la luna; además, cada temporada empezada va cargada de un significado especial, determinando el transcurrir y los aspectos positivos o negativos que lo identificarán, según el horóscopo chino.
Por la antigüedad que enmarca esta festividad, su origen no es completamente claro; posiblemente provenga de las ofrendas que eran puestas en honor a deidades y ancestros, especialmente en la temporada de inicio o culminación del año. También, rendían homenaje a la naturaleza, con el objetivo de hacer favorecedoras las futuras cosechas; provocando que al avanzar los siglos, algunas otras actividades se fueran creando y extendiéndose alrededor de todo el territorio. Además, como muchas de las costumbres a lo largo del mundo, posee una historia mitológica, pues narran que hace mucho tiempo existía un monstruo llamado Nian o Año, que causaba terror porque acababa con los animales, sembrados y personas; hasta que un hombre mayor reveló su debilidad hacia el color rojo y fuertes sonidos, logrando ahuyentarlo; a raíz de esto, los habitantes empezaron a usar linternas rojas y quemar bambú en las entradas de sus hogares, objetos que servían para espantar las almas con malas intenciones.
El calendario chino muestra ciertas particularidades, en comparación con el que se conoce en Colombia, puesto que el asiático se encuentra regido por doce animales, estipulados a cada anualidad. Es decir, según el año en que haya nacido una persona se determina el espécimen que esté reinando durante dicho lapso; sin embargo, el mes, día y hora de natalicio influyen, por ello, terminan designando cuatro signos en total. Los orígenes de esta simbología se remontan a una curiosa leyenda, la cual narra que el emperador de Jade decidió hacer una carrera para destinar según el orden de llegada la posición que merecían en el zodíaco, logrando terminar en primer lugar la rata, luego el buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo; de igual forma, les fueron asignados alguno de los cinco elementos que reconocen: agua, madera, tierra, metal y fuego.
Teniendo en cuenta lo anterior, los ciclos de la rata son: 1972, 1984, 1996, 2008 y 2020; el buey: 1973, 1985, 1997, 2009, 2021; tigre: 1974, 1986, 1998, 2010, 2022; conejo: 1975, 1987, 1999, 2011, 2023; dragón: 1976, 1988, 2000, 2012, 2024; serpiente: 1977, 1989, 2001, 2013, 2025; caballo: 1978, 1990, 2002, 2014, 2026; cabra: 1979, 1991, 2003, 2015, 2027; mono: 1980, 1992, 2004, 2016, 2028; gallo: 1981, 1993, 2005, 2017, 2029; perro: 1982, 1994, 2006, 2018, 2030; por último, el cerdo: 1983, 1995, 2007, 2019, 2031. Para el año en curso, el protagonista es el cerdo, marcando la culminación de esta era, pues transcurridos doce años, termina una vuelta dentro del horóscopo; por ello, creen que es la mejor temporada para reflexionar acerca de las experiencias vividas durante los últimos 11 años ya pasados y prepararse a fin de empezar otra etapa; de igual forma, sería una época alegre y calmada, beneficiando a todas las personas, sin importar el signo al que pertenezcan; por lo que entra el elemento Tierra, con el objetivo de balancear dicho sentir colectivo.
Las actividades alrededor de esta celebración han provocado que durante la fecha se presente el más grande éxodo a nivel mundial, pues las personas que viven activamente el Año Nuevo chino vuelven a sus hogares, para pasar el mayor tiempo posible en compañía de familiares; de dicha congregación surge la costumbre de ver la gala del Festival de la Primavera, que es televisada y observada por aproximadamente 700 millones de ciudadanos. De igual forma, las tradiciones son una muestra de la marcada cultura que determina la festividad; principalmente, denota una enorme presencia de los colores: rojo y dorado, los cuales representan riqueza, ocasionando que sean utilizados en disfraces, vestimentas, decoraciones y hongbao —paquete rojizo— que lleva dinero dentro y es brindado por padres o abuelos a los niños. Los alimentos también poseen gran significación, siendo fundamentales en las reuniones, por ejemplo, el pescado y los jiaozi —preparación de dumplings— no pueden faltar, ya que simbolizan abundancia y oro, respectivamente.
Gracias a la propagación que se ha dado a nivel mundial, de la cultura y población china, existen ciudades por fuera del continente asiático que declaran poseer una gran representación de esta festividad: San Francisco, Londres y Sydney. En la ciudad perteneciente a California, puede encontrarse el barrio chino, mejor conocido como Chinatown, el cual es uno de los más antiguos, ubicado en Estados Unidos, por ello, la celebración provoca que se suspendan las clases y provean dos o tres días de descanso; asimismo, se lleva a cabo un desfile que culmina con la muestra de un dragón —aproximadamente 82 metros de longitud—. Por su parte, la capital de Inglaterra lo celebra en los sectores Chinatown y West End, mediante desfiles, bailes del león, puestos de comida y presentaciones en la Plaza de Trafalgar. Finalmente, la nación australiana realiza conciertos, foros, charlas, excursiones en bicicleta, además de las mismas tradiciones de la caravana y sitios de alimentos.