En el diario vivir de los seres humanos pueden hallarse algunas actividades que no son de su completo agrado; sin embargo, deben realizarse a causa de los diferentes compromisos. En torno a esto, existe una condición que afecta en menor o mayor medida a muchos ciudadanos alrededor del mundo: la procrastinación, descrita como la postergación o aplazamiento de las tareas que necesitan ser efectuadas óptimamente; siendo intercambiadas por otras acciones que provocan más placer, gusto o satisfacción de manera inmediata. Lo anterior, representa un inconveniente preocupante, ya que quienes exteriorizan esta dificultad terminan abandonando diligencias importantes, afectando la productividad en su trabajo, hogar, vida social o metas personales.
Entre los procrastinadores pueden encontrarse diferentes tipos, el psicólogo y coach de vida José Peña determina tres, los cuales ha identificado a través de su ejercicio profesional. En primera instancia se refiere a los ocasionales, quienes lo hacen con trabajos poco importantes para ellos y dicha acción no representa graves consecuencias a largo plazo; luego, están “aquellos que aplazan cosas por las que no sienten gusto y que, aun así, deben hacerlas”, declara el experto; finalmente, detalla a los crónicos, individuos que abandonan demasiadas actividades, incluso las que desean hacer. Por otro lado, según la investigación de Angela Hsin Chun Chu y Jin Nam Choi, se distinguen dos clases: los pasivos, que entran en las descripciones previamente planteadas; y los activos, estos se caracterizan por preferir laborar bajo presión, optimizando su tiempo y dividiendo las tareas, con el fin de conseguirlas en solo minutos u horas exactas.
Cuando se trata de la procrastinación crónica es fundamental brindarle mucha atención, pues “genera dificultades en muchos ámbitos: la salud, relaciones interpersonales y de índole económico”, expone el coach. En el aspecto del bienestar físico, una indagación de la psicóloga Fuschia Sirois de la Universidad Bishop’s, ubicada en Quebec, Canadá, declara que esta condición tiende a causar estrés, con lo cual vienen otras circunstancias que pueden exteriorizarse de manera física en las personas como insomnio, dolor de cabeza, resfriados o malestares digestivos; además, dieron a conocer que aquellos con inconvenientes de aplazamiento tienden a manifestar hipertensión y problemas cardíacos. A razón de estas graves consecuencias, Enfoque Caribe le presentará algunos tips para adoptarlos en su cotidianidad y cambiar este hábito negativo.
ESTABLECER FECHAS LÍMITES. Al efectuar alguna labor, una excelente opción es determinar la fecha exacta en la cual será ejecutada; no obstante, mantenga metas a corto plazo, pues cuando son demasiado largas “la sensación de que se tiene mucho tiempo representa uno de los mayores factores para sentirse cómodo aplazando”, explica Peña. También, durante los últimos días del mes puede planear las actividades del próximo, así conocerá aquellas tareas prioritarias y los objetivos.
DESIGNAR TAREAS FIJAS. Cada día o semana hay ejercicios fijos, por ejemplo, salir a trotar, cenar en familia o leer un libro; en este caso, si desea evitar que dichas acciones interfieran sobre otras, se aconseja designarles una hora de inicio y finalización. El psicólogo explica: “Es una estrategia de pequeñas metas; ahora bien, siempre es recomendable que estas actividades tengan los minutos claros con anticipación”. Lo anterior, con el fin de tener tiempo para las demás tareas importantes.
COMPLETAR CADA MINUTO DEL DÍA. Luego de establecer cada una de las responsabilidades, delimite aquellos espacios que quedan libres; empero, no los deje de esta manera, divida ese periodo en tareas de 15 minutos o máximo 2 horas; en dichos lapsos, coloque trabajos que necesitan ejecutarse, pero representan un menor esfuerzo mental. Otra clave será estipular un breve tiempo, durante el cual pueda distraerse con actividades de ocio, brindando un poco de alivio a su mente.
CREAR DEBERES IRREMPLAZABLES. Tener claros los objetivos en la mañana será de gran ayuda para abandonar la postergación; empero, con el fin de hacer la transición menos traumática, solo designe una labor inamovible por día, es decir, comprométase consigo mismo y las personas que lo rodean a dejar dicha actividad lista, sin importar los obstáculos o el esfuerzo mental que esto represente. De esta manera, podrá completar metas pequeñas que desemboquen en un cambio u otro propósito más complejo.
PRACTICAR LA MEDITACIÓN OCCIDENTAL. El mindfulness podría traducirse en atención plena, José Peña describe que es la capacidad de concentrarse completamente en la tarea que se está llevando a cabo, empleando todos los sentidos en ese momento, evitando que estímulos internos como recuerdos, preocupaciones, expectativas o imaginarios, interrumpan la actividad. El experto indica que quienes poseen esta destreza se retrasan menos; además, dicha técnica permite aplazar el placer, reducir la impulsividad, necesidad de inmediatez o gratificación instantánea.
VISUALIZAR LA META FINAL. En lugar de pensar sobre el esfuerzo que implica la actividad, concéntrese en el resultado positivo; sin olvidar los malestares que evitará al cumplir con lo estipulado. De igual forma, el objetivo debe ser claro, Peña ejemplifica que si desea bajar de peso es importante plantearse la cantidad, en cuánto tiempo, con qué acciones y cómo lo va a medir. Asimismo, identifique aquello que le atrae del asignado, así sentirá menos presión al momento de efectuarlo.
PENSAR POSITIVAMENTE. “El pensamiento y la emoción van de la mano. Al intervenir en las creencias, automáticamente influye en mis emociones; y a mayor inteligencia emocional, menor postergación”, declara el coach. Las ideas positivas son fundamentales cuando desea alcanzar un objetivo, reflexione acerca de los mensajes que se está enviando y cámbielos por otros que le ayuden a superar los obstáculos y reforzar la confianza; así, logrará evitar inclinaciones negativas antes de emprender, y alcanzará las metas fácilmente.
IMPLEMENTAR LA REGLA DE LOS 10 MINUTOS. “Una de las técnicas más efectivas es el fraccionamiento del tiempo en periodos de 25 minutos”, explica Peña; sin embargo, puede utilizar secciones menores. El psicólogo clínico Juan Sangüesa aconseja invertir 10 minutos en las tareas abandonadas de la siguiente manera: programe una alarma o temporizador, inicie la actividad y trabaje hasta que suene la alerta, luego descanse por un momento; analice si desea seguir laborando otro ciclo, si no cambie de tarea y regrese después.