jueves, noviembre 21, 2024
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EN-RED-HADAS NO PERMITAS QUE LAS PLATAFORMAS DIGITALES DEFINAN TU IMAGEN

Por: Ana María Reina Ramírez

Hace algunos días, conversando con una de mis mejores amigas, analizábamos las cosas que suceden en nuestras redes sociales: Instagram o Facebook, pues al entrar a perfiles como los de la familia Kardashian, modelos de Victoria’s Secret o influenciadoras, terminábamos con la sensación de que algo en nosotras estaba mal; una frustración al no llenar los estándares de belleza que seguíamos en estas plataformas, por ejemplo, ¿cómo puede ser tan bella una mujer que aún no se ha lavado la cara al despertar?, por ello, decidí investigar sobre el tema y noté una cruel montaña de paradigmas que enfrentan muchas jóvenes a la hora de construir su autoimagen y autoestima; ideales de belleza, éxito y perfección que son impuestos en la actualidad.

Pero… ¿Qué es la autoestima?, ¿de qué depende?, ¿cómo construir una autoimagen positiva y realista?, estas fueron las principales preguntas que me surgieron a la hora de intentar comprender la manera en que unas simples fotografías o un número de likes podían afectar profundamente a una mujer. En mi búsqueda, encontré que Hubner y Stanton definen el autoconcepto y la autoestima como dos cosas tan cercanas, que una llega a depender de la otra; ellos indican que: “El autoconcepto no es más que las percepciones que una persona mantiene sobre sí misma, formadas a través de la interpretación” otorgada a nuestras vivencias, por ejemplo, si te das cuenta que eres bueno en algo, o tu forma de afrontar las equivocaciones y percibir tus fortalezas, es decir, si los demás reconocen las mismas cualidades que observas en ti mismo. Por otro lado, expresan también que el autoestima es el modo en que valoramos la autoimagen construida, o sea, qué tanto apreciamos lo que aceptamos y reconocemos ser.

Vamos a plantearlo de esta manera, la autoimagen que he construido está llena de cosas que valoro mucho: mi cabello brillante después de ir al salón, lindos comentarios de mis amigas por cómo me queda la ropa, ser generosa y que los demás lo noten. Reconozco mi etnicidad, orígenes indígenas, mezclados con raíces afro y hasta europeas; como lo somos la mayoría de colombianas, soy una mezcla de un gran número de culturas y etnias que han llegado a este país e influenciado en un grado u otro nuestra esencia e identidad de mujer latina.

Es entonces cuando caigo en cuenta que, en primer lugar, la típica modelo de casi dos metros de altura, rubia, nariz fileña y ojos azules no corresponde con el autoconcepto que valoro tanto de mí, y si además, sumamos que este ideal de belleza lo han impuesto desde la niñez —muñecas en su mayoría con esta apariencia— noto que el feedback efectuado por la sociedad de las mujeres latinas, negaba el valor de mi belleza, es decir, me decían que lo ideal no era tener los ojos negros, la piel morena, el pelo rizado, las cejas gruesas o cualquier característica que se aleje un poco de estos estándares europeos, los cuales no corresponden a nuestra realidad y raíces étnicas. Por lo tanto, la valoración que realizamos desde pequeñas con respecto a dichos prototipos hacen que la autoestima baje, ya que el modo como empezamos a valorar nuestras características y percepción, se ve afectado en función de algo que no es real en nuestra cultura, y si lo es, solo ocupa una muy pequeña minoría.

También, me hacía sentir inconforme el hecho de que en una imagen estoy obligada a mostrar lo que soy, pero no puedo decirle al mundo que soy sentimental o excelente amiga; tampoco, puedo contar lo que me entristece, ni ver las luchas de los otros, es como si las fotografías que publicamos intentaran congelar momentos de perfección, felicidad y gloria, los cuales no son fieles a nuestras vidas reales; pues estas igualmente, tienen tristeza, emotividad, valores, gustos y otras dimensiones de nosotros, imposibles de revelar.

Las mujeres latinas somos diversas, de muchas tonalidades, desde blancas rosadas hasta hermosas pieles afro; nuestro cabello puede ser tan liso como el de una indígena, ondulado o rizado; no somos muy altas, pero sí se nos distingue por ser voluptuosas. Todas estas características nos hacen únicas y bellas, exóticas en muchos países, pero a su vez nos está causando problemas, pues la influencia de los estándares que encontramos en  Internet nos hace pensar que todo lo que nos lleva a ser latinas, únicas y hermosas, no es lo correcto.

El ideal de una mujer extremadamente delgada lastima permanentemente nuestra autoestima, es tan peligroso este tipo de estándar que en chicas muy jóvenes, en pleno desarrollo de su autoconcepto, puede tener graves consecuencias, como trastornos de la conducta alimentaria —anorexia, bulimia o atracones—. Cuando una mujer está en proceso de construcción de la autoimagen, el feedback que haga la sociedad frente a ella tiende a ser de vital importancia; si es constantemente bombardeada por opiniones o influencias negativas y contrarias a lo que es naturalmente, estará en alto riesgo de desarrollar comportamientos distorsionados con la alimentación y una extrema preocupación por el peso e imagen corporal.

Con todo esto, no intento quitarle créditos a las redes sociales, las cuales son una gran plataforma para expresar lo que nos gusta, apasiona, difundir cosas interesantes, productos, estilos, eventos, interconectarse y conocer el mundo del otro; tampoco, quiero robarle el valor a la belleza europea o estadounidense. Mi intención es hacer una crítica al sistema de estándares impuestos, pues nosotras las mujeres somos mucho más que una talla, color de piel o forma de cabello; somos tan hermosas como diversas y es nuestra responsabilidad integrarnos unas a otras, resaltar lo que nos hace únicas, y que no está mal ser distinto, porque las diferencias te hacen ser quien eres.

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