jueves, noviembre 21, 2024
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EL LIBRO: UNA HISTORIA DE APRENDIZAJE, LIBERTAD Y EXPRESIÓN

POR: OWEIMAR OLARTE

Nada de lo que realizamos hoy en día sería posible sin él, en nuestras vidas siempre estará para guiarnos, fortalecernos, orientarnos y motivarnos; nos acompaña desde los primeros años de vida, con la ayuda de él traspasamos fronteras impenetrables; eres un soñador gracias a él, pues nos sirve de puente al pasado y nos lleva al futuro, gracias a él conocemos nuevos mundos sin salir de casa y la humanidad le estará eternamente agradecida; con ustedes, la historia de su majestad: el libro. 

La historia de nuestro invitado nos remonta a los antiguos sumerios que vivieron en el sur de Mesopotamia —lo que hoy se conoce como Irak—. Allí, ante las abundantes cosechas y prosperidad del lugar, entre 3.500 y 3.000 a. C., se crearon las tablillas cuneiformes, hechas a base de arcilla; era un sistema para almacenar grandes cantidades de datos matemáticos con figuras como triángulos, círculos, conos, de animales y cereales. Con el paso del tiempo, este método logró ayudar a la fundación de las grandes ciudades e imperios.

Las primeras bibliotecas del mundo, en especial de Oriente Próximo, eran lugares humildes, pequeños, con estantes en los cuales había innumerables filas de tablillas de arcilla —de aproximadamente 20 cm de longitud—, de difícil organización por la cantidad de información que se guardaba; estos lugares nunca fueron públicos, eran de exclusividad de las elitistas escuelas de escribas y reyes; con el pasar del tiempo, dejaron de existir y quedaron en el olvido.

Luego, nace uno de los éxitos de la antigüedad, una mejor forma de mantener vivos los gráficos y palabras; con la aparición de los papiros se dio mayor resistencia y ligereza a la vida del libro, fue un gran avance para la época, pues las hojas de papiro eran de un material fino y flexible, se enrollaba y quedaba mejor almacenado, pero seguía presentando problemas, la humedad de Europa los ennegrecía y el frío con la lluvia los destruía; además, al ser de materiales vegetales, era de fácil destrucción por los insectos, ya que esta planta de papiro solo se cultivaba en Egipto y desde allí se exportaba a precios muy altos.

“Durante siglos, los hebreos, los griegos y luego los romanos escribieron su literatura en rollos de papiro” (Vallejo, 2019) cuya comercialización era monopolizada por los reyes egipcios; llegó a existir una distribución de estos en África, Asia y Europa. Los nuevos libros, hechos a base de una planta acuática, llamada papiro, son los que llegan a la recién creada Biblioteca de Alejandría —norte de Egipto—, orgullo del rey Ptolomeo, quien en actos de avaricia y envidia, inicia una disputa con otra biblioteca vecina, fundada en la ciudad de Pérgamo —ubicada en la actual Turquía—, donde se enfrascaban en tener todos los libros de la humanidad y ser el centro cultural del mundo antiguo; ante esta situación, el rey egipcio decidió no exportar más papiros a esta región y el monarca de Pérgamo, llamado Éumenes, reaccionó perfeccionando la técnica de escribir sobre cuero, llamándose a este artículo pergamino, fabricado con piel de cordero, carnero o cabra; se estiraba sobre una base de madera, logrando una superficie lisa; después, se raspaba hasta alcanzar la blancura (Vallejo, 2019). Este nuevo elemento cambiaría la historia de los libros, porque los hacía más duraderos en el tiempo, pero continuaba siendo un lujo de nobles y órdenes religiosas.

Para aquella época, la oralidad se encontraba de moda, ya que los poemas, mitos, cuentos, fábulas, cantos, relatos, chistes, adivinanzas, versos, se recitaban en público, convirtiéndose en la tradición y única manera de dar a conocer las obras. Con la creación del alfabeto, la escritura se perpetuó en la humanidad como faro en la oscuridad, tomando un rumbo frenético hacia el éxito que se extendería por miles de años y aún no tiene fin; ahora, lo que era solo de reyes está al alcance de todo el mundo.

Ante la necesidad de tener un orden secuencial de lo escrito, nace el códice, este era la unión de las tablillas con anillos y correas. Los romanos pulieron este proceso con papiros y pergaminos, protegiéndolos con tapas duras de madera, forradas en cuero, llegando al arte de la encuadernación, dando lugar a lo que hoy llamamos el lomo del libro. Los nuevos códices son fáciles de transportar, ganando muchos seguidores cristianos, ya que eran sencillos de esconder, al ser víctimas de persecuciones; así pues, fue el principal elemento de divulgación de su fe, los profesionales del derecho lo recibieron con alegría y se crean así los códigos, al igual que los profesionales de la salud con el vademécum.

Luego del hundimiento del Imperio romano, en el siglo V, comienza lo que llamaríamos la Edad Media, que duraría mil años hasta 1453 con la caída de Constantinopla a manos de los turcos; en esta época, los monasterios serían lugares de copia y refugio de muchos códices, pergaminos y papiros que vivirían en silencio, protegidos por los monjes de las constantes guerras; las palabras escritas estuvieron bajo el acecho de su principal destructor: la ignorancia. En aquellos años, muchos monasterios y bibliotecas fueron incinerados, un ejemplo son las invasiones vikingas, cada vez que había saqueos en las islas británicas, los nórdicos dañaban todos los ejemplares en búsqueda de oro y piedras preciosas en las tapas de los libros.

El mundo fue evolucionando, los códices continuaron sosteniendo el saber y, finalmente, con la invención de la imprenta sobre el siglo XV, los libros iniciaron a multiplicarse por miles, provocando que en la actualidad la humanidad publique un libro cada medio minuto, pues aparecen nuevos protagonistas, lectores, autores, editores, impresores y correctores, convirtiéndose en los nuevos guardianes del tesoro; la lucha continúa por preservar lo que se consideraba en algunos tiempos peligroso y prohibido, el libro llegó para quedarse, siendo el refugio de los oprimidos; inició revoluciones, logra hacernos reír, llorar y soñar nuevos mundos.

Con este homenaje al libro queremos también felicitar a la revista Enfoque Lifestyle por ser guardiana de las letras, durante sus 8 años de vida; todo su equipo técnico representa el legado del mundo antiguo, cada publicación es un esfuerzo, no solo de unos pocos, sino de todos los que han luchado por miles de años para mantener vivo el entusiasmo de leer. ¡Felicitaciones!

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