Por: Germán Hennessey
Marta estuvo frente a un dilema personal y de emprendimiento: una amiga le propuso ingresar a la comercialización de productos de belleza por redes sociales; para eso, requería cinco millones de pesos destinados a comprar el inventario inicial, con el cual podría ganarse el 20% de cada artículo, en un plazo de seis a doce meses; solo que ella no disponía del dinero. Consideró prestarle a un banco, en el que hace un tiempo estaban ofreciéndole varios créditos, pero el esposo le decía que no se endeudara, pues si no podía cancelar las cuotas sería un problema con efectos familiares. Después de consultarlo, solicitó el dinero a la entidad, para pagar en año y medio, teniendo presente la meta de pagar anticipado.
Claudia tuvo un debate opuesto: ella aprendió desde niña —por enseñanza paterna— a ahorrar para comprar lo que deseaba; así adquirió muñecas, joyas y celulares de alta gama. Su esposo, en cambio, era amigo de los préstamos bancarios y las tarjetas de crédito. Cuando consideraron unas vacaciones en el extranjero, él quería el modo ‘viaje ahora y pague después’ y ella un plan de ‘ahorra primero y viaja sin deudas’. “Mira a Jessica —le decía— se fue de paseo y anda afanada por las cuotas; cinco días de placer y cinco años de angustia, no señor”. Luego de mucho conversar, llegaron al acuerdo: ahorrarían durante un año la mitad del dinero para el viaje y prestarían el monto restante, el cual cancelarían en doce meses.
Dos enseñanzas tengo sobre estos temas de finanzas, tanto en lo personal como empresarial: si con el dinero prestado ganaré más, entonces vale la pena; por ejemplo, el banco me suministra un millón de pesos y pagaré en seis meses un total de millón doscientos mil; al invertirlos en el emprendimiento podré ganar un millón quinientos mil, cuando le cancele a la entidad me quedarán 300 mil pesos, mi ganancia. ¿Sirvió el préstamo?, sí. El otro aprendizaje, en palabras mías: “El auto no te dará dinero, el negocio sí”. Cuando alguien tiene la oportunidad de un crédito, muchos optan por el gusto inmediato, comprar el carro; yo les propongo: invierte ese dinero que las ganancias te darán para comprar el vehículo; al revés, no. Solo que ese camino es más largo y exige mayor disciplina y sacrificio. A Marta, mi sugerencia fue: “Toma el crédito”; a Claudia: “Planea el viaje”, con lo cual ahorró y tomó el financiamiento a doce meses, es decir, pagará el costo de un viaje anual.
Muchos se enfrentan al temor de los créditos para iniciar un negocio o emprender. Les coloco de ejemplo casos empresariales de adquisición de compañías, en los cuales quien compra lo hace usando dinero prestado por entidades bancarias; incluso, han existido bancos que compran otros, apalancados en préstamos de organizaciones financieras más grandes. Cuando realizas un plan claro, concreto y creíble de tu emprendimiento, prestar dinero para el proyecto es una opción válida.
Otra situación para entender que el dinero es un recurso la explico con algunas actividades que puedes realizar y así, lograr el éxito de un proyecto: acudes a terceros en búsqueda de información sobre el mercado o los competidores, conversas con proveedores para obtener mejores plazos de pagos, buscas un patrocinador que financie alguna de las fases, pides prestado un equipo con el objetivo de efectuar algún evento o vendes publicidad para tu canal por Internet. En estos casos estás gestionando; gestión se define como “acción o trámite que, junto con otros, se lleva a cabo para conseguir o resolver una cosa”, según el diccionario Oxford. Adquirir un préstamo es parte de lo que puedes hacer al convertirte en gerente o emprendedor.
Por eso, cuando escucho a potenciales emprendedores dar como respuesta “no tengo dinero”, les pido hacer conmigo las reflexiones anteriores. Muchos deben vencer el temor a endeudarse, entonces los argumentos explicados les sirven de referente para decidir. Otros temen al fracaso y estiman que quedarán debiendo todo; en esos casos, la conversación se direcciona a pensar y actuar en positivo, adquirir confianza, acompañamiento de padrinos, junto a un plan adecuado y ‘aterrizado’. Algunos esperan ahorrar para tener la base del negocio, observando cómo año tras año pasa el tiempo y la oportunidad; con ellos, la guía es valorar la relación costo/beneficio, más que del efectivo necesario para el negocio o emprendimiento como parte de su proyecto personal. Yo he aprendido cuándo pedir un crédito o préstamo; lo he hecho para pagar deudas, que es un gran hueco financiero, con el fin de cerrar el mes, haciendo que el siguiente inicie en rojo; también, solicité ese apoyo para invertir en un equipo que puse al servicio del cliente, con lo cual me gané un dinero que antes recibía un tercero. Es decir, aprendí en el camino, al tiempo que la reflexión me servía para elegir mejor.
Dado que esta sección se llama Negocios y Estilo, la reflexión de este mes se centra en el dinero como un recurso para iniciar un proyecto o emprendimiento; por su parte, el estilo se refiere al modo: adquirir ese préstamo en condiciones adecuadas, ajustadas al plan. Incluso, si hablamos del efectivo como medio para un objetivo personal que no generará utilidades, es válido; por ejemplo, remodelar tu vivienda, pues implica mejorar la calidad de vida familiar, el valor de la inversión en el sentido costo/beneficio justifica la acción. Solo que debes pagarlo en el menor tiempo posible y con disciplina.
Desde una filosofía de vida, el dinero es un recurso, pues te permite conseguir educación, planes de salud, bienestar y varios etcéteras. Ahorrar es un reto significativo y positivo cuando lo destinas a mejorar tu cotidianidad o invertir en un negocio que redundará en mejor calidad de vida.