POR: GERMÁN HENNESSEY
A algunas de las personas con quienes tengo el honor y la oportunidad de efectuar un entrenamiento personal o de liderazgo directivo, hay un ejercicio que recomiendo, teniendo en cuenta que el enfoque y propósito de dicha tarea puede variar, según quién la realice. Al final de la jornada, pido hacer un recuento de actividades y agradecer por aquellas situaciones o personas que le han ayudado, servido o apoyado; también, reflexionar sobre ciertos eventos para que, en retrospectiva, los vea y analice mejor, bajo algunos criterios. Asimismo, llevar a cabo el balance de sus logros y no logros, es decir, aquello donde no se alcanzó la meta, aunque haya estado cerca, lo cual no siempre es una pérdida. Como ya vamos preparando el cierre de 2021, me tomaré esa licencia para este artículo, guiado por el ejercicio descrito; aclarando que no logro entender el afán de algunos por anticipar el fin de año, desde que inicia septiembre, pues considero importante vivir y aprovechar cada día; de hecho, si el año avanza bien, el último cuatrimestre debe servir para asegurar los objetivos y resultados propuestos; si han existido dificultades, ese periodo puede aprovecharse para tomar el segundo aire necesario, en virtud de conseguir las metas.
LA REFLEXIÓN
Reflexionar sobre la jornada anual, ya sea que trabajes o estudies, estés dedicado al hogar o disfrutes de tu pensión y retiro, debe permitirte ver de otra forma los eventos de 2021. Con el calor del momento o la cabeza en caliente, suele ser difícil comprender los efectos de una decisión o acción; hoy, esa mirada puede hacerse con la serenidad y tranquilidad, brindada por el tiempo transcurrido. Para un pequeño ejemplo, toma una situación que venga a tu mente, mira hacia atrás y describe las consecuencias. ¿Las previste? ¿Tomaste las medidas preventivas? ¿Tuvo efectos no pensados? ¿Puedes decir que fue buena para las personas involucradas? ¿Qué nuevos hechos o cambios generó? ¿Cuáles fueron los aprendizajes? ¿Qué harías hoy de manera diferente? Estas preguntas te servirán de guía para observar nuevamente con ojos más críticos, reflexionando sobre los ciclos de pensamiento y/o sentimientos que guían tus decisiones y acciones.
Me interesa mucho lo que aprendiste, descubriste de ti, de tus interrelaciones o los demás; qué impactó de manera positiva a tu vida y, por ende, a los tuyos —círculo primario familiar o laboral—. La reflexión debe permitirte redefinir criterios personales, dar nuevos significados a las decisiones, destacar lo realmente importante para ti y diferenciarlo de lo urgente; revalorar aspectos que ya no veías, habías abandonado o dejado de lado, a causa de los ritmos usuales de las actividades cotidianas, trabajo o estudio.
EL BALANCE
Tomemos el concepto de la (Real Academia Española, s.f.) “estudio comparativo de las circunstancias de una situación, o de los factores que intervienen en un proceso, para tratar de prever su evolución”; es decir, la confrontación de activos versus pasivos de una empresa o persona. Siendo los primeros, aquellos valores con los cuales dispones, o sea, lo que puede generar ganancias, a través del uso, cambio o venta; por su parte, los segundos, consisten en las obligaciones económicas: deudas, préstamos, créditos y demás. En nuestro caso, al hacer la retrospectiva del año, revisemos las acciones y eventos para definir qué nos quedó —activos— y qué debemos —pasivos—. A modo de ejemplo, evoca una situación vivida y plantéate estas preguntas: ¿Logré lo propuesto? ¿Qué obtuve a partir de mi esfuerzo y gestión? ¿Lo que gané será permanente —algo aprendido para siempre— o temporal —una posición o dinero—?
Del lado de los pasivos, pueden servirte los siguientes interrogantes: ¿Qué me quedó por hacer? ¿Dónde debí esforzarme más? ¿Qué perdí —algo que tenía y ya no—? Esa pérdida, ¿puedo reponerla o recuperarla? Es claro que no hablamos de dinero o propiedades, sino de la persona como ser, individuo, miembro de familia o trabajo; sus valores, talentos, habilidades, sueños, aspiraciones, entre otros factores. Aunque puedas conversar con alguien para que te recuerde los eventos, al momento de realizar el balance solo requieres estar consciente y llevar a cabo el ejercicio contigo, pues estoy seguro que conoces cada respuesta, únicamente debes ponerlo en papel, sin darle vueltas.
EL AGRADECIMIENTO
El ejercicio de agradecimiento: a la vida, Dios —u otro ser supremo, según la religión o fe— ha ayudado a muchos seres humanos a hallar aspectos de sí mismos que no veían o de los cuales no eran conscientes, facilitando revalorar factores de la propia existencia que permanecieron ocultos entre tanta información del mundo cotidiano, preocupaciones, angustias y estrés. Agradecer —con una guía— permite descubrir lo importante, significativo, aquello que en el fondo se valora; características que, en muchísimos casos, la persona ha dejado atrás, olvidado o relegado, perdiendo su faro de referencia. Como tarea, el recuento de actividades del año te permitirá encontrar personas quienes te han apoyado y no te diste cuenta en su momento; situaciones donde saliste beneficiado y no fuiste consciente de ello. Descubrirás, también, que hoy tienes más de lo imaginado, no en términos económicos o materiales, sino sobre tu vida y relaciones.
EL CONTINUUM
Hacer este recuento no significa cerrar un año o ciclo para iniciar otro, sino aprender que la vida es un flujo constante, el cual se mueve por cada decisión y acción ejecutada, ya sea que hayas permanecido en movimiento o quietud. Al reflexionar, realizar el balance o agradecer por el año transcurrido, sugiero lo efectúes como un acto personal, con tiempo suficiente para ti y en un momento especial; podrás necesitar varios días. En esencia, será el reencuentro contigo y tu vida.