jueves, noviembre 21, 2024
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LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES DE JOHANA BAHAMÓN

Por: Jairo Aguilar

La primera vez que escuché hablar de Johana Bahamón era la actriz más famosa del país, quien  protagonizaba la novela ‘Tres Milagros’, donde tenía el papel de niña rica con todas las comodidades, algo no muy alejado de lo que vivía en la realidad. Después de varios años de carrera, el éxito había llegado a su vida, portadas de decenas de revistas, esposa de un famoso cantante y madre de un hermoso niño; en resumen, la vida le sonreía.

De un momento a otro no volvimos a saber más de ella en las pantallas, un episodio le había marcado la vida durante la filmación de ‘Tres Milagros’, este había sido una invitación a la cárcel de mujeres de Bogotá para un evento; fue el punto de inicio para que Johana se diera una segunda oportunidad, reescribiera su verdadera pasión, tuviera nuevos motivos de inspiración y anhelos en el corazón; pues al salir ese día de la penitenciaria supo que debía hacer algo por cambiar la historia de miles de reclusos en todo el territorio nacional.

El cambio llegó en un abrir y cerrar de ojos, Johana empezó a trabajar por la población carcelaria sin saber cómo, cuándo o dónde; sin embargo, todo fue fluyendo a partir de los talleres de teatro que decidió llevar a la cárcel de mujeres en Bogotá. A través de la actuación comenzó a devolverles la dignidad, teniendo en cuenta que cada una de las reclusas poseían anécdotas por contar, en las cuales narraban hechos que en cualquier momento de la vida a todos los seres humanos se nos pueden presentar. Entre las historias recogidas por la actriz, se encuentra aquella en la que una reclusa asesinó a su esposo porque abusaba de su hijo; en esta situación, tomar una posición del caso hacía más palpable la realidad de la cotidianidad, donde podemos cometer un error y llegar a prisión, sin tener la posibilidad real de transformación, pues el verdadero proceso de resocialización es devolverle el valor humano a las personas.

En el país, día a día los derechos fundamentales de los reclusos son vulnerados, es una utopía decir que quien sale de la prisión está preparado y es bienvenido para vivir en sociedad. Muchas veces a quienes les otorgan la libertad salen con nuevos vicios, pues la cárcel se ha convertido en una escuela donde enseñan la desesperanza, en un infierno que no tiene caminos y mucho menos verdad. Las condiciones de hacinamiento en Colombia es de los problemas más palpables de esta triste realidad, ya que el sobrecupo termina con la sensibilidad del ser humano, porque es algo asfixiante y los entornos carcelarios no son los adecuados para desarrollar verdaderos procesos de resocialización.

Hace algunos años tuve la oportunidad de realizar mis pasantías para obtener el título de abogado en la Cárcel Distrital de Riohacha, realmente fueron 9 meses de mucho aprendizaje. El poder reconocer la parte humana de aquellas personas que alguna vez cometieron errores me brindó una nueva perspectiva de la vida; conocer las familias, sus sueños, los anhelos más profundos de su corazón, fue para mí la mejor experiencia. La prisión de Riohacha, La Guajira tiene capacidad de albergar 90 internos; para aquel entonces se tenían 380 y ya estaba el problema de hacinamiento; al día de hoy son 540, lo que traduce a una situación desesperante. Algo que siempre llamó mi atención fue que a nivel nacional es catalogada como una de las cárceles de mejor comportamiento, es muy raro que en ella se presenten amotinamientos o disputas territoriales, lo que lleva a varias hipótesis: se acostumbraron a vivir en esas condiciones o posiblemente existan pautas de conducta para que no se convierta en un escenario caótico. Al culminar el internado, llevé conmigo una inquietud: tener la posibilidad, en algún momento de mi carrera profesional, de hacer algo por la población carcelaria de mi distrito.

La posibilidad con el tiempo llegó, fui nombrado secretario de Gobierno de la ciudad donde prioricé una de mis metas: recuperar el terreno en el que se construirá la nueva cárcel distrital, realmente fue un trabajo de año y medio, pero sentí una gran satisfacción cuando entregué nuevamente los predios a la USPEC —Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios—. La penitenciaria demorará algunos años en construirse; por tal razón, necesitaba hacer visible la problemática de hacinamiento, y así fue como tomé la decisión de buscar a Johana Bahamón y la Fundación Acción Interna, quienes a nivel nacional son reconocidos por la labor realizada en Cartagena a través del proyecto ‘Restaurante Interno’, un trabajo de talla y reconocimiento mundial, pues solo Italia y Colombia han construido un verdadero plan de resocialización, por medio de la construcción de un restaurante dentro de una prisión. Por esta y muchas más razones, me contacté con Johana, la invité a conocer de cerca la dificultad de la Cárcel Distrital de Riohacha y no dudó en acompañarme.

Al percibir y palpar la triste cotidianidad que viven los reclusos de la Cárcel Distrital de Riohacha, construimos un proyecto con el apoyo del gobierno departamental, que busca impactar de manera positiva un importante sector de la ciudad donde confluyen la gastronomía, cultura, turismo y emprendimiento. Colombia va conocer el problema, pero también las soluciones; este proceso lleva alrededor de 3 años y esperamos que pueda llegar a ser una realidad.

Las segundas oportunidades de Johana Bahamón han cambiado la vida de muchas personas que algún día cometieron un error, pues tener sueños y esperanzas debe ser un derecho propio de la vida misma, a veces las circunstancias y los momentos son difíciles y complejos; he ahí donde radica la grandeza de Johana, tener la capacidad de ver en esencia lo que somos, renunciando a un mundo superficial donde todo lo puedes tener, pero es muy poco lo que puedes dar; ese es el verdadero legado de quien para mí hoy es maestra y dueña de las segundas oportunidades.

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