lunes, octubre 28, 2024
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¿PERSONA O PERSONAJE?: LA DELGADA LÍNEA DE LO QUE ERES Y APARENTAS SER

POR: GERMÁN HENNESSEY

Con frecuencia, sabemos de personas que en sus redes sociales publican comportamientos extraños o peculiares para conservar el interés de sus seguidores y ganar más likes. Varias de ellas llegan a extremos, solo por mantener el perfil que han construido a través de sus contenidos, por ejemplo, el colombiano haciéndose implantes mamarios; la chica vegana que, anémica y con problemas de salud, fue descubierta comiendo pescado para alimentarse bien; o quienes han muerto por buscar la foto ideal. Estos individuos se sienten empujados a asumir conductas y realizar acciones por sostener un personaje público, creado para una tribuna virtual; un ser que termina siendo, en muchas ocasiones, diferente a ellos mismos. Otro tipo de caso lo reflejan quienes tienen como medio de trabajo la caracterización, entre ellos, el joven humorista costeño que personifica a una mujer mayor, cuyas vivencias se daban en el sector donde él vivía  —estrato 1—, y con los ingresos ganados por sus buenos videos, el actor se mudó a un apartamento de mayor estrato, en ese ambiente, siguió con su personaje; sin embargo, debió regresar a su barrio a hacer las respectivas grabaciones, porque su público le reclamó que el nuevo contexto no era coherente con las situaciones y parodias de la señora.

EL CARÁCTER

Un personaje tiene las características que ha definido su autor o creador. La trama de una novela presenta la personalidad del individuo y sus cambios a lo largo de la historia. Un actor, al aplicar el método de Stanislavski, hace una investigación sobre el temperamento, experiencias y conductas posibles del personaje, para poder representarlo de manera creíble.  Un ejemplo, también extremo, por el efecto final, es el de Heath Ledger, con una excelente interpretación del Joker —Guasón— quien en su exigencia profesional se obsesionó tanto con la caracterización, que sufrió depresión, insomnio y murió por excesos de medicamentos para intentar dormir. En estos casos, las personas han terminado siendo víctimas del papel creado.

Una de las acepciones de personaje es, según la Real Academia Española —RAE— “cada uno de los seres reales o imaginarios que figuran en una obra literaria, teatral o cinematográfica”, aunque, también, lo define como “persona de distinción, calidad o representación en la vida pública”. En inglés, traduce character y enalemán, Charakter; mientras en español, carácter se refiere al “conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue por su modo de ser u obrar, de las demás” (Real Academia Española, s.f.) es decir, aquello que nos define y diferencia.

Ser víctima del personaje es un síntoma que he encontrado en las empresas. Unos, por ejemplo, asumen el papel de jefes amigables, pero al momento de sancionar una mala conducta, tienen dificultades, porque no desean dañar el ambiente emocional del equipo. Algunas mujeres se portan serias, frías y distantes, pues consideran que así pueden competir con sus similares hombres en su carrera directiva; cuando requieren tener comportamientos afectivos y empáticos, les cuesta, ya que no quieren ser percibidas como “blandas” y poco adecuadas para el liderazgo en la empresa. También, aquellos que catalogados de “buena gente”, sufren de abusos o sobrecarga laboral por sus jefes o compañeros, porque les gana “el personaje de bueno”. Asimismo, los que tienden a mantener conductas agresivas, justo por lo contrario, para que no “se las monten” pidiéndoles tareas excesivas, y mantienen malas relaciones en la organización, lo que les dificulta su propio desempeño al no recibir colaboración de los pares.

En mi ejercicio de formador y entrenador de directivos o líderes empresariales, la primera tarea de un proceso de desarrollo es lograr conocerse y reconocerse; cuáles son las características personales, el carácter, los valores, principios, creencias y esquemas mentales, logrando hacer, más que preguntas, una reflexión crítica para que tomen consciencia de sí mismos. Cuando describen, comprenden y valoran su ser o “persona”, empiezan a tomar distancia del “personaje”; entienden que, así como asumen roles específicos, mantienen la esencia, sin que cada faceta les genere un conflicto moral. Aprenden, por ejemplo, que pueden actuar afectuosos con los colaboradores, sin perder la autoridad del cargo; o fuertes y firmes al orientar una labor o sancionar un mal comportamiento, sin maltratar el vínculo laboral. Suelo recomendar también algo aparentemente opuesto, entender que, en el trabajo, nada es personal; que todos cumplimos un rol. Así pues, la cajera de un banco que se molesta, debido a los reclamos de un cliente a la entidad, quien presentará la queja en el mismo tono airado, sin importar quién esté en ese puesto; es un caso donde la persona no puede asumir al personaje, porque sale lastimada; o quienes son despedidos o se pensionan, y sienten que el mundo se abre a sus pies, ya que no saben cómo reaccionar al perder el “personaje”. 

Es valioso hacer el inventario del ser, con el fin de dimensionar y valorar quién soy como persona e individuo en mi comunidad y en la sociedad; después, estará el ejercicio de entender el rol, cargo, puesto, para hallar esa área común que me permite desarrollar “mi personaje” con pasión, disciplina y lograr los resultados anhelados; encontrando en mí la serenidad y fortaleza para avanzar cada día, incluso, a pesar de las dificultades usuales en las organizaciones, permitiendo que la persona sea siempre superior al personaje.

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