sábado, septiembre 7, 2024
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MAESTRÍA Y MADUREZ EN EL AUTOLIDERAZGO: FACTORES DETERMINANTES EN TU CRECIMIENTO

POR: GERMÁN HENNESSEY NOGUERA

En un proceso de entrenamiento en liderazgo empresarial o desarrollo profesional, considero tres dimensiones o campos en los que me intereso para apoyar el crecimiento de una persona; dos de ellos son lo que llamo madurez y maestría. Pensando en el camino por recorrer del 2022, quise compartir con ustedes unas ideas al respecto.

LA MAESTRÍA. El dominio técnico es el aspecto “objetivo”, refiriéndose a la capacidad de una persona de realizar muy bien su tarea hasta alcanzar un nivel de maestría o maestro, estado en que el experto enseña a otros a hacerlo mejor. Empieza por tener habilidades para el trabajo asignado: conocer los métodos, técnicas y herramientas para hacer bien la tarea y mantenerse actualizado. Muchos se quedan en el nivel de conocimiento, haciendo su actividad de la misma manera. Entre los otros aspectos de la maestría está la comprensión y compromiso con el rol y la tarea: sorprende que muchas personas, en varias empresas, no saben bien cuál es el objetivo de su actividad, ni con quién deben coordinar y/o realizar diversas acciones de trabajo. También, incluye el dominio de la tarea, pues requieren lograr entender, analizar y evaluar su trabajo, de manera que puedan mejorarlo cada día y crear innovación, ya sea en el proceso o producto.

El nivel de maestría se alcanza cuando sirve de ejemplo a otros por su experticia, la calidad de trabajo y sus productos, además de las mejoras que implementa. Cuando enseña, comparte sus conocimientos y facilita que otros aprendan para mejorar. Enfocarse en mejorar el nivel de competencia es una meta de un líder de equipo o persona en su proceso de desarrollo personal. Lograr buen desempeño, resultados y productos, es motivador, aumenta la confianza e impulsa hacia las metas; luego, vendrá la maestría. No obstante, a su importancia, me interesa más compartir sobre lo que es el dominio diferenciador: la madurez.

LA MADUREZ. He apoyado a varios profesionales, en diferentes niveles y áreas de la organización, que saben hacer su trabajo y tienen la preparación adecuada, sin lograr los resultados o poder avanzar; es decir, no muestran madurez profesional. O, a varios jóvenes que, con poca experiencia, han logrado ascender rápido o avanzar con sus emprendimientos, porque han mostrado madurez personal, aplicada en su trabajo o negocio.

Un caso ejemplifica uno de los factores de este campo. Guiamos el proceso de desarrollo de un joven profesional, con posgrado, cargo de líder de equipo, quien tenía un desempeño por debajo de su capacidad y, a pesar del apoyo de sus jefes, no mejoraba. En el ejercicio de conocerse y reconocerse, su reflexión lo llevó a aceptar que sus características personales no eran compatibles con el plan de carrera diseñado para él, que sus motivaciones y sueños lo enfocaban en otra dirección. ¡Renunció!, lo que fue un éxito del proceso con él, porque al tener autoconsciencia y autoconocimiento, pudo orientar sus energías en un proyecto personal y otro de negocio, donde ya ha alcanzado un muy buen éxito.

Creer en uno mismo es otro factor que incluyo en la madurez; en especial, me interesa la confianza al considerar que tienes la capacidad de lograr los resultados. Algunos inician una nueva tarea con el pensamiento que será difícil, no cumplirán las metas o habrá muchos obstáculos para llegar; mientras que otros empiezan su actividad con la convicción que podrán obtener los resultados, a pesar de las dificultades. La autoeficacia es una creencia personal desarrollable. Un tercer factor es la disciplina. Son muchos los casos donde encontramos personas que mantienen con juicio sus rutinas de trabajo, a pesar del cansancio; o que siguen las acciones, de acuerdo a un plan diseñado en pos de la meta; que mantienen el ritmo de sus actividades, incluso, cuando los resultados no les acompañan. Una persona disciplinada se esfuerza, compromete con su proceso y encuentra la motivación interna para avanzar.

La proactividad es un cuarto factor que me indica madurez profesional; es una habilidad, algo que puede aprenderse. Una persona proactiva decide con entusiasmo salir a buscar y encontrar alternativas de acción. Frente a un obstáculo, actuar de manera proactiva es reflexionar sobre la situación y, con determinación, proponerse encontrar diferentes opciones de solución: indaga —es muy fácil hoy conseguir información—, estudia y aprende para saber más, consulta a otros, investiga, pregunta a quienes pueden saber más y, en especial, a quienes pueden tener una mirada diferente. También, arriesga, prueba, intenta, propone y actúa; aunque no tenga la solución perfecta, se dispone a la acción, porque entiende que es mejor moverse con un propósito que quedarse quieto esperando una solución generada por otros.

En vez de un quinto factor, prefiero destacar ciertas características valiosas en este proceso que llamo madurez profesional, aplicable tanto en un trabajo empresarial como dirigiendo un proyecto o emprendimiento:

Respeto personal: aunque parezca innecesario, es importante que cada uno logre su propio respeto y el de otros.

Serenidad: no es lo mismo estar tranquilo, como si nada sucediese, que estar sereno, en un estado de calma en la reflexión, teniendo claro tus principios, valores y propósitos para pensar con “cabeza fría” y actuar oportunamente.

Alegría: marca una gran diferencia una persona alegre, que actúa con una sonrisa sincera y le pone humor a las situaciones difíciles.

La tercera dimensión es el proyecto guiado por propósitos, objetivos y metas que generan productos concretos, implican acciones continuas y monitoreo permanente; tema que podré desarrollar en otra oportunidad. En la tarea de guiar a las personas en su proceso de desarrollo profesional o liderazgo, propio o de otros, he encontrado estos factores relevantes, por lo que parte de mi misión es guiarlos para que logren incorporarlos en sus vidas. Consideré pertinente compartirlos en esta primera edición del año y confío que sean útiles para ustedes en su propósito de vida.

Agradezco a los lectores por su confianza y al equipo de la revista por su valioso y constante apoyo en estos años, siendo parte de este proyecto editorial. Mis deseos de bienestar, salud y prosperidad para ti y tu familia. 

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