A lo largo de la historia, expertos han investigado a profundidad sobre el comportamiento humano y la relevancia que tienen los pensamientos, creencias o percepciones de sus acciones. Así pues, los psicólogos Peter Salovey y John D. Mayer abordaron el término inteligencia emocional —IE—, conocido como la capacidad adquirida para manejarse correctamente, a través de las relaciones interpersonales, empezando por distinguir, manifestar, entender y gestionar adecuadamente las emociones. Más adelante, el estudio de dicho concepto fue divulgado en el libro homónimo de Daniel Goleman, donde explica cómo se desarrollan las cualidades de quienes demuestran buena adaptación ante diversas situaciones, permitiendo, a su vez, obtener una mejor salud mental.
El arte de vivir en sociedad consiste en aprender a sortear las dificultades presentadas en diferentes ámbitos: laboral, sentimental, familiar, entre otros. En ese sentido, la inteligencia emocional es una herramienta, mediante la cual lograrás apreciar los comentarios o críticas en pro de tu crecimiento; asimismo, la apropiación de este concepto te ayudará a transmitir confianza, comunicarte asertivamente y empatizar, mejorando así, la percepción que los demás tienen sobre ti. En cuanto al área profesional, facilitará no tomarte las cosas personales y, por el contrario, mantener una postura receptiva, desarrollando avances constantes, mientras reduces los inconvenientes con terceros. A la larga, lo anterior, disminuirá el estrés, ansiedad, permitiéndote ser feliz, positivo y crear relaciones duraderas.
INGREDIENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
CONOCE TUS EMOCIONES. Dentro de los pasos más importantes para conseguir una buena IE, encontrarás conocerte a ti mismo, lo cual implica saber qué son las emociones y cómo afectan tu cotidianidad, pues en muchos casos los impulsos y el desconocimiento de tus sentimientos pueden desencadenar consecuencias negativas en situaciones de felicidad, tristeza o melancolía.
AUTOCONTROL. Esta característica es fundamental para analizar y dominar las emociones, entendiendo que algunas pueden ser efímeras y otras más duraderas, pero siempre debes buscar la manera de sacarles provecho, evitando perjuicios en tu vida. A su vez, el autocontrol se encuentra relacionado con el uso del lenguaje, siendo importante comunicar los sentimientos de forma asertiva.
MOTIVACIÓN. A lo largo de la vida, es normal encontrarse obstáculos, pero estos no pueden convertirse en una excusa para abandonar los propósitos. Recuerda, eres tu principal cheerleader —animador(a)—, por ello, resulta importante que logres concentrar las emociones hacia las metas, manteniendo posturas positivas, mediante las cuales demuestres actitudes proactivas, frente a las adversidades.
EMPATÍA. Esta facultad implica el reconocimiento del otro; en ese sentido, las personas empáticas son muy certeras al momento de responder o ayudar, pues siempre se ponen en el lugar de los demás, distinguiendo con precisión qué les sucede y desean transmitir, ya sea a través del lenguaje corporal o verbal.
HABILIDADES SOCIALES. La interacción humana es muy difícil de evitar, por lo cual resulta importante aprender a relacionarte de manera acertada; además, saber cómo tratar y comunicarte con cualquier persona, ya sea de tu agrado o no, te ayudará a mejorar ciertas habilidades: liderazgo, trabajo en equipo, gestión de conflictos, entre otros.
TIPS PARA TRABAJAR EN TU INTELIGENCIA EMOCIONAL
IDENTIFICA QUÉ HAY DETRÁS DE TUS ACCIONES. Las diferentes situaciones cotidianas tienden a desencadenar reacciones en las personas; así pues, es fundamental no ignorar dichas respuestas y aprender a identificarlas, relacionándolas con los sentimientos que experimentas y cómo actúas frente a ellos. De esta manera, podrás conocerte mejor y evitar ir en piloto automático, mientras la emoción te domina.
APRENDE A EXPRESARTE. Hablar siempre será una buena opción para mantener relaciones sanas, por eso, además de saber el estado que experimentas, debes expresarlo asertivamente; en ese sentido, resulta importante ampliar tu vocabulario emocional, es decir, ir más allá de la tristeza, miedo, felicidad o enojo, reconociendo si estás avergonzado, nostálgico, emocionado, entre otros.
SÉ AUTOCRÍTICO. Aprende de tus errores, sentimientos, emociones y acciones, sin dejar que estos te definan. Reconocer aquellos aspectos en los cuales eres débil y fuerte, será una de las cualidades más beneficiosas para mejorar cada día; asimismo, escucha, analiza y trabaja en las críticas expresadas por los demás, frente a tu personalidad o actitud.
AGRADECE. Entre las características de la inteligencia emocional encontrarás priorizar los pensamientos positivos; en ese caso, el agradecimiento te permitirá ver los sucesos buenos, restándole importancia a los aspectos negativos, creando una relación armoniosa con tu entorno. Para ponerlo en práctica, puedes llevar un diario, donde escribas algunos de los acontecimientos por los cuales sientes gratitud.
SÉ RESPONSABLE DE TUS ACCIONES Y PENSAMIENTOS. Las emociones no son fáciles de controlar, pero los pensamientos o acciones en respuesta sí; así pues, entrena tu cerebro para pensar diferente, maneja los impulsos; detecta qué ideas detonan ciertas sensaciones, con el fin de cambiarlas, y sé responsable de tus actitudes, si haces algo en contra de otra persona.
ESCUCHA. Si buscas comunicarte asertivamente, también, es necesario practicar la escucha activa, mediante la cual demostrarás a los otros su importancia; lo anterior, puedes lograrlo, a través de tu lenguaje corporal, evitando las interrupciones y asegurándote, a lo largo de la conversación, que sí comprendes de manera correcta el mensaje transmitido.
LLEVA UN DIARIO EMOCIONAL. Este mecanismo consiste en apuntar aquellos sentimientos experimentados durante el día, lo cual te brindará diversos beneficios para identificar tus emociones de manera efectiva y conocerte mejor; además, el psicólogo Matthew Lieberman realizó un estudio, donde encontró que dicho ejercicio produce reacciones similares al control consciente, ayudando a reducir la intensidad emocional.