Por: Germán Hennessey
Ponerle pausa al video o televisor nos permite que la canción o película quede detenida, con el fin de realizar una segunda actividad y retomar donde paramos, sin perder un segundo de la grabación; ¿para qué colocamos esa pausa?
En otros casos, pedimos pausa cuando le decimos al compañero de conversación “¡Espérate ahí!”, con el propósito de que aguarde mientras hacemos algo diferente y continúe luego con el mismo entusiasmo que tenía. En algunos más, usamos varias expresiones si deseamos que nuestro interlocutor pare su explicación para darnos un momento y entender mejor las ideas o reflexionar sobre lo escuchado. Un caso similar surge cuando pedimos pausa en un juego físico, pues estamos agotados y requerimos descanso para reanudar minutos después.
Con estas situaciones cotidianas ilustramos tres aspectos significativos de una pausa:
- Es un alto que podemos hacer o pedimos a otro de manera consciente con respecto a una acción o situación.
- Indica que una situación o acción nos puede estar ganando, superando en algún aspecto o quizás sentimos desventaja.
- Al hacer la pausa, concentramos toda nuestra atención en la segunda actividad o en el momento que pedimos para ese alto.
CREENCIAS SOBRE LA PAUSA
Hagamos una pausa a estos aspectos para lograr observarlos desde otro ángulo: las creencias, las razones que provocan la percepción de que los altos son mal recibidos o tienen valoraciones perjudiciales. Algunos pueden asumir que pedir una pausa indica incapacidad: si se te dificulta seguir el ritmo de trabajo o juego, entonces te dirán que no eres bueno para desempeñarte en ese campo o quizás que la pides por ser mujer o joven; es decir, surgirá la opinión negativa contra el individuo, muchas veces sin examinar las causas de la solicitud o los hechos en la situación. También, se puede aprovechar como mecanismo de presión laboral o personal, para exigir que la persona continúe sin detenerse o reposar. En la mayoría de los casos, quien recibe la petición de alto pretende determinar la duración del mismo, asumiendo una posición dominante o autoritaria, sin saber cuánto tiempo o de qué modo requerimos ese momento de descanso o el periodo que necesitamos para realizar la segunda acción.
De esta segunda mirada podemos extraer cuatro nuevos aspectos sobre la pausa:
- Pedir una pausa debe ser entendido como una decisión personal que requiere ser comprendida antes que criticada.
- La petición de la pausa exige brindar una explicación adecuada, con el fin de que la otra persona no solo entienda las circunstancias o razones para solicitarla, sino que pueda apoyar el alto y sea de máximo provecho.
- Quien dice “pausa” debe también determinar las condiciones necesarias de esta —tiempo, lugar, etc…—, pues es quien mejor se conoce.
- En algunas ocasiones, es conveniente acordar esas condiciones; por ejemplo: el tiempo de descanso para continuar trabajando en equipo, o lo que demorará el paseo del cónyuge para distender los ánimos en una discusión.
LA PAUSA ES UN ACTO INTELIGENTE
En un día laboral normal, la pausa activa hace parte de las acciones benéficas para los empleados; detenerse cada 45 minutos aproximadamente, estirar el cuerpo y descansar la mente es importante para la calidad de vida. Asimismo, ir a tomar agua, consumir una merienda o acudir al baño, momentos que aprovechamos o usamos como excusa para relajarnos un poco, conversando con algunos compañeros sobre temas banales o asuntos personales que favorecen el compañerismo y la amistad. Las pausas en el trabajo son recomendadas cuando la actividad es muy larga o compleja; en dichas circunstancias, aconsejamos que la persona abandone su sitio de labores, cambie de ambiente físico, realice un paseo y, en especial, deje el tema, es decir, evite pensar en esa tarea. Realizar descansos frente al escritorio o computador, haciendo más de lo mismo, es engañarse y hacerse daño.
A quienes tienen roles de liderazgo o dirección de equipos, recomiendo dos tipos de pausas: una, esconderse unos minutos, incluso en el baño si es necesario, para relajar la mente cuando debe tomar decisiones difíciles, la tensión está alta en la reunión o en ocasiones la carga laboral excede el ritmo; por su parte, la segunda consiste en salir de paseo, ya sea dar la vuelta a la manzana, un parque o zona verde, concentrado en transitar a paso calmado el camino, disfrutando del entorno o apreciando aquello que no ve por pasar rápido cada día.
Cuando se encuentra en una discusión o pelea entre amigos, parejas o compañeros, aconsejo efectuar una pausa; esta permite que nos relajemos, se enfríen los ánimos y, especialmente, se evite pasar a los agravios u ofensas personales. Recomiendo realizar un alto similar para evitar expresar eso que puede herir, hacer daño o posiblemente sea perjudicial para la relación o negocio, es decir, tiempo suficiente para pensar antes de hablar y actuar.
LA PAUSA PARA LA REFLEXIÓN
Aprovechar las pausas en el día o la vida para la reflexión personal, de pareja o equipo, es un acto aún más inteligente. Responderse con honestidad qué hacemos, para qué, cuáles son los efectos y consecuencias de aquello que efectuamos, cómo lo llevamos a cabo o lo podemos realizar diferente y mejor, es el gran propósito; momento del cual debe surgir un ‘Yo’ o una relación fortalecida, renovada, con mejores vínculos y cotidianidad.