POR: OWEIMAR OLARTE
Antes de ir a otras latitudes, es necesario resaltar algunos hechos que trascendieron en el pasado de nuestro país y contra los cuales seguimos luchando, ya que día a día enlutan a los colombianos, siendo nuestra peor herencia: la violencia. La historia nos lleva al año 1929, el desgaste del Partido Conservador Colombiano, después de 44 años en el poder, estaba en su punto máximo; la presión por la masacre de las bananeras y la crisis económica mundial, ocasionada por el desplome de la Bolsa de Valores de Nueva York, generaron una baja en las exportaciones y caos en el Gobierno. Se estaba iniciando una nueva etapa electoral, donde los liberales aprovecharían y un hombre de su partido —Enrique Olaya Herrera— ganaría la Presidencia para 1930.
Al año siguiente, en medio de duros enfrentamientos entre los 2 partidos, se presentaron elecciones para Asambleas Departamentales, Cámara de Representantes y concejales; ante el miedo del posible fraude y evitar que los electores votaran varias veces, se ordena por parte del Gobierno que untaran un dedo de tinta indeleble al momento del voto; igual, ante cualquier medida tomada para la época, el enfrentamiento partidista y la violencia entre pueblos, generó muertos y más sangre en el país.
No podemos dejar pasar este decenio sin nombrar a personajes que impactaron la política y sociedad colombiana, es el caso de Jorge Eliécer Gaitán, líder político liberal, gran orador; su discurso siempre enardecido en contra de las élites y oligarquías políticas, le dio gran favorabilidad para ser tenido en cuenta como candidato presidencial; era una figura del pueblo, jefe del liberalismo, que ante los graves hechos de violencia en contra de los liberales, en febrero de 1948, realizó la Marcha del Silencio, donde más de 40.000 personas se reunieron en la Plaza de Bolívar sin gritos, ni algarabías; allí, Gaitán pedía paz, piedad, tranquilidad y respeto por la vida de sus copartidarios, un acto simbólico de esperanza que quedaría solo para los diarios, porque 2 meses más tarde Jorge Eliécer Gaitán sería asesinado al salir de su oficina, ubicada en la zona céntrica de Bogotá. La furia del pueblo fue tanta que contagió a todo un país en un hecho denominado el Bogotazo; iglesias quemadas, edificios destruidos y en la mañana siguiente se reportaban casi 2.000 muertos en Bogotá y 500 en otras ciudades.
Ante estos hechos y después de intensas discusiones, se logró un acuerdo con un gobierno de coalición, pero en los siguientes días los incidentes continuaron, la desconfianza entre liberales y conservadores por quién era capaz de reasumir el poder no dejaba progresar al país; en algunos lugares, los liberales propusieron la creación de guerrillas, finalizando el año 1949 con grupos armados ilegales, los cuales nacían en los Llanos Orientales.
Es preciso también resaltar la otra cara de la moneda, una figura pública, líder del Partido Conservador Colombiano: Laureano Gómez —papá de Álvaro Gómez Hurtado, el último estadista q. e. p. d.— Son muchas las versiones de odio y rechazo hacia lo que fue Laureano Gómez, conociéndosele en el mundo político como el Monstruo. No podemos negar el discurso incendiario iniciado también por la clase política conservadora, protegida por el clero a ultranza, manifestaciones sectarias, radicales, con fanatismo profundo, donde sus palabras se traducían a violencia desmedida en los campos, pueblos, ciudades y veredas; pero los hechos y las discusiones de juzgamiento del pasado sin matices, ni análisis, además, muchas veces de pérdida de la visión histórica real, nos llevan a asegurar versiones que no son ciertas como la de Laureano Gómez.
Escasos historiadores y escritores han resaltado sus logros y todo el legado que nos dejó en sus pocos años de presidente como la creación del Banco Popular, Ecopetrol, se tuvo la inflación más baja de la historia, construcción del Ferrocarril del Magdalena y la participación del país con el Batallón Colombia en la guerra de Corea, donde se restablecen relaciones con los Estados Unidos.
Se avanzaba en algunos temas nacionales, pero los elementos que estimulaban la violencia seguían presentes; ante la salida de Gómez, por enfermedad, de la Presidencia, y el miedo de su regreso, los políticos amigos y enemigos de Laureano buscaron un gobierno militar que asumiera el poder en Colombia, dando así un golpe de Estado, tomando la Presidencia de la República de Colombia el general Gustavo Rojas Pinilla —1953 – 1957—. El miedo de los unos porque los otros asumieran el poder, llevó a la muerte de muchos colombianos, enfrentamientos que continuaron hasta que por fin se firmó un pacto entre las élites políticas, llamado Frente Nacional —1957—, que daba fin a la confrontación armada.
Pero esto acá no termina, quizás, había acabado la guerra bipartidista con el Frente Nacional, pero salía a la luz un problema mayor: en 1964 nace la guerrilla del ELN —Ejército de Liberación Nacional—, con el apoyo de Cuba; ese mismo año surgen las FARC —Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia—, cuyo fin era la defensa del campesinado y toma del poder con el uso de las armas; en 1967, se origina el EPL —Ejército Popular de Liberación—; 3 grupos subversivos que han dejado una estela de sangre y dolor hasta la fecha.
Tristemente, durante la elaboración del presente artículo, el pasado 02 de septiembre de 2022, se presentó la muerte violenta de 7 policías colombianos en el departamento del Huila; para ellos, paz en sus tumbas; a sus familiares, fuerza y resignación. Esperemos que Colombia en algún momento valore la vida, porque estos hechos siguen siendo el sinsabor de la tristeza y amargura que puede atravesar una familia que pierde un hijo, hermano o padre. Por un país digno, en homenaje a todos los hombres y mujeres de la Policía Nacional de Colombia, Dios y Patria.