POR: OWEIMAR OLARTE SILVA
Son muchas las versiones, historias y noticias que seguimos escuchando sobre hechos sucedidos en la República de Haití; actos violentos que marcaron la historia de una nación que tiene un pasado libertador por contarnos, lo cual nos lleva al periodo de 1790 a 1804, donde gracias a los efectos de la Revolución francesa, que se estaba presentando simultáneamente, los haitianos lograron su independencia y se posicionaron como un Estado libre; un sueño difícil de realizar por la dureza de las luchas para alcanzar dicha hazaña. Esta república marcaría el derrotero visionario de hombres que ansiaban la libertad del yugo europeo que se tenía sobre América del Sur y parte de Centroamérica.
Entra en escena nuestro Libertador, Simón Bolívar, quien para la época y luego de sus viajes a Madrid, París, Milán, Roma, El Vaticano y EE. UU., llegó a Caracas convencido de que América, como lo hizo Francia y Estados Unidos, podía liberarse de su pasado, del yugo que aún se tenía. Sin estarlo pidiendo, los vientos estaban a su favor, pues ese año —1807—, siendo ya emperador y con ansias de conquistar toda Europa, Napoleón cruzó España con algo menos de 100.000 soldados y, con la falsa intención de solo conquistar Portugal, logró tomar el control de España y José Bonaparte, hermano del emperador, fue coronado como el nuevo monarca; mientras que el rey depuesto, Fernando VII, fue encarcelado por los franceses.
En España, este periodo fue de inconformidades, guerras y muertes; a su vez, al otro lado del Atlántico, en las colonias americanas, se estaba despertando el anhelo de independencia; las gestas revolucionarias iniciarían en Quito, en 1809, le seguiría al año siguiente Buenos Aires, Bogotá y México; a finales de 1810, todas las grandes urbes, con excepción de Lima, se habían liberado del control español. Sería el inicio de una larga lucha, ya que a mediados de 1814 Napoleón Bonaparte fue encarcelado, el rey Fernando VII retornó al trono español, restableció la inquisición y se instauró una sangrienta dictadura.
A su vez, Simón Bolívar, luego de un intento fallido por unificar su querida Venezuela y después de haberse presentado muchas guerras entre los mismos patriotas, llega a Cartagena el 19 de septiembre de 1814, con el agravante que Santa Marta estaba nuevamente en manos de los españoles; decide viajar a Tunja, donde el Congreso le brinda su apoyo enviándolo a la ingobernable Bogotá para retomar el control de la ciudad, lo cual logró sin mayores esfuerzos, restableciendo nuevamente en el gobierno a Camilo Torres, en la capital de la Nueva Granada. De regreso a Cartagena, Bolívar tendría graves problemas con uno de sus tantos enemigos —el coronel Manuel del Castillo—, lo cual hace que salga de manera intempestiva con rumbo a Jamaica.
Mientras tanto, en la isla de Margarita estaba desembarcando una misión de 60 barcos de guerra, más de 14.000 soldados, 6 regimientos de infantería y 2 de caballería; la fuerza más grande y organizada que España había enviado al nuevo mundo, liderada por el general Pablo Morillo, el Pacificador de tierra firme, iniciaba así lo que se denominó la Reconquista española; la orden para Morillo era clara: primero reconquistar la más difícil de las colonias en América, Venezuela; luego, pacificar la Nueva Granada —hoy Colombia— y Quito; después, continuar sobre los Andes para derrotar a San Martín en Argentina.
Luego de ingresar por Venezuela y tomar el control, Morillo navegó hacia Santa Marta, la cual era realista —española— y no ofrecía ningún peligro; continuó hacia Cartagena y allí se presenta uno de los más graves hechos de la historia colombiana: el asedio a la Ciudad Amurallada, el cual se extendió por 105 días; durante este episodio, todos los animales: perros, gatos, ratas, fueron devorados por sus habitantes; los cuerpos eran arrojados fuera de las murallas para evitar actos de canibalismo, la ciudad estaba en ruinas, la mitad de sus habitantes — más de 6.000 personas— perecieron en estos hechos de dolor; fueron momentos tan difíciles y dantescos que hoy día conocemos a Cartagena como La Heroica. A continuación, el objetivo sería el presidente del Congreso de la Nueva Granada, el gran estadista Camilo Torres, quien sería capturado, ejecutado y descuartizado; igual suerte tuvieron hombres como Francisco José de Caldas, conocido como el Sabio Caldas; Manuel Rodríguez Torices, Jorge Tadeo Lozano y mujeres como Policarpa Salavarrieta, La Pola; Antonia Santos, entre muchos valientes que ofrendaron su vida en pro de la libertad. Morillo sería el culpable de acabar con toda una generación de pensadores que estaban construyendo, quizás, un país diferente al que hoy tenemos.
Instalado en Jamaica, Bolívar escribió a los ingleses para que se apoyase la independencia de Latinoamérica y recibió una negación como respuesta; igual suerte corrió con Estados Unidos. Entre diferentes escritos que realizó el Libertador, se hizo famosa la llamada Carta de Jamaica, en la cual declaraba que, sin lugar a duda, el vínculo entre América y España se había roto para siempre y nunca podría repararse. Ante un posible intento de asesinato, Bolívar decide salir de Jamaica con destino a la sitiada Cartagena, pero en altamar se entera por los demás corsarios la triste suerte que corrió la ciudad durante su ausencia; ante esta noticia, cambia su rumbo y se dirige hacia la libre Haití.
El presidente haitiano de ese entonces, Alexandre Pétion, le da una calurosa bienvenida a Bolívar, ofreciéndole su total apoyo y solo pidiéndole a cambio que liberara a todos los pueblos que estaban bajo el yugo de la esclavitud: “Haced libre a mis hermanos y quedaré pagado”, le diría. Sin reparos, aceptó y a los días siguientes Simón Bolívar recibiría lo necesario para una nueva invasión: 1.000 armas, 30.000 libras de pólvora y 7 barcos con suficientes marineros para intentar ingresar de nuevo y luchar por la libertad, zarpando el 31 de marzo de 1816.
Cumpliendo con la promesa hecha a Pétion, el 2 de junio de 1816, Bolívar declaró la libertad absoluta de los esclavos de Hispanoamérica, era consciente que, sin el apoyo de los negros, su revolución estaba perdida; se presentaron múltiples inconvenientes entre sus mismas tropas, lo cual hacía cada vez más difícil la solidez de su ejército, pero Bolívar era audaz y su liderazgo lo llevó a tejer alianzas importantes que serán contadas en otros artículos.
Queremos resaltar el papel de Haití y el Caribe como claves en el proceso de independencia de América, sin su apoyo hoy no podríamos estar escribiendo estas palabras, la historia sería diferente. Nos falta mucho por contar, pero hasta acá, resaltamos que nuestras fechas conmemorativas del 20 de julio y 7 de agosto no marcan el final; son el principio de un proceso de lucha que no podemos olvidar en honor a todos esos compatriotas que perdieron sus vidas por dejarnos lo que hoy tenemos: ¡la libertad!